19 de marzo de 2019

Los niveles de realidad política y la Venezuela actual.

Más allá del hecho de que la "realidad política actual" no pertenece a la historia hasta que, virtud de lo inexorable de la flecha del tiempo, se convierta en pasado, resulta crucial para nosotros utilizar cualquier espacio de difusión pública (bajo control nuestro, claro) para establecer nuestra propia interpretación teórica respecto de los niveles de la realidad y la situación política actual de Venezuela, sujeta en adición a nuestra particular idiosincrasia, característica social que aporta a nuestra vida una manera singular de aproximarnos a la realidad.

Hacer afirmaciones sobre la "conducta de los pueblos" sin el debido sustento científico, pudiese ser fácil y evidentemente reputable de empirismo. En tal sentido, nos limitaremos a emitir una conjetura inicial, con la única base empírica de nuestra propia experiencia personal, misma que data de más de sesenta y cinco años de existencia venezolana: los venezolanos no nos sentimos parte de la realidad, más bien la entendemos como "algo diverso" que nos circunda, en suerte de visión concéntrica, tal cual lo hace un actor principal sobre un escenario. Si partimos de una sentencia, también susceptible de prueba desde la visión empírica, cual es que "la realidad no es lo usted cree que ve, sino más bien la realidad es",  los venezolanos solemos creer que la realidad es lo que "exactamente vemos", acotada además, única e ineluctablemente, a lo que percibimos por los sentidos. Así se han construido buena parte de nuestras afirmaciones criollas, como por ejemplo: "los negros son malos"; "hombre que llora públicamente, es cruel en la privacidad"; "todo cura es bueno, porque es un hombre de Dios"; "no hay mujer que no lo dé, ni hombre que no lo pida", etc, etc, etc. Se trata de "juicios de valor" que aunque inofensivos, por la aparente intencionalidad inocente en su construcción, impulsan un mecanismo propio de creación de verdades, que sirve luego a cualquier propósito, especialmente en aquel que conduce a la creación de recortes de realidad, al interior de la realidad política.

En la pugna interpartidaria venezolana existen casos históricos; por ejemplo "los capacheros de Gómez son asesinos por naturaleza"; "los adecos son negros empingorotados"; "hay dos cosas bien difíciles, bien difíciles de ver: mujer orinando en frasco y negro inscrito en COPEI". Aunque estos tres ejemplos caían en las expresiones jocosas criollas en cada oportunidad histórica de su emisión, a medida que se iba descendiendo en el imaginario popular, aquellas consejas al principio, terminaban convirtiéndose en sólidas verdades, en ocasiones alimentadas con amargas prácticas de violencia política. De manera que idiosincrasia y formas de aproximación a la realidad, inducen lo que nosotros llamamos "niveles de realidad", siempre condicionados respecto a lo que "percibe el observador con visos de exclusividad" y no a la realidad política en su conjunto.


En la Venezuela actual, la evidencia empírica disponible permite identificar varios niveles de realidad política que transitan vertical y transversalmente la realidad total. Una percepción de la realidad que discurre en una suerte de estructura social de clases, hoy  comprimida por la cuasi práctica desaparición de las llamadas clases medias y otra transversal que, en lo político, va desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Realidades que se superponen y se enfrentan en la medida en que avanzamos en la realidad política y que, desde nuestra muy humilde óptica de científicos políticos, entendemos colisionaran en algún momento, con la desgraciada conclusión que todos tememos: la guerra civil.

La primera de esas realidades es la que llamamos "roja-rojita". Ciertamente el chavismo existe, es sólido pero, en la actualidad, definitivamente minoritario, si se lo compara con "los gloriosos años del Supremo y Eterno". Hoy día recoge en su seno a cinco tipos de “seguidores duros” y de naturaleza mayoritaria: los militantes incondicionales, que contienen a los llamados “colectivos”; los círculos internos del Madurociliato, en cualquier nivel de gobierno; los militares a su servicio, en cualquier graduación militar; los funcionarios públicos y los prebendados de ocasión. Sin importar ya los "contenidos ideológicos" la existencia vital, entiéndase bien, "vital" de estos grupos, depende de la conservación del Poder Político y la administración directa de los recursos públicos; armas, dinero, poder, negociado, asistencia médica, protección física y, finalmente, alimento seguro, hacen parte de los ingentes "beneficios" de ser y hacer parte del "rojo establishment". No queda de otra: la vida depende de quedarse y conservar el poder a cualquier costo. La percepción de la realidad es que "no pueden salir de su mundo rojo-rojito", dicho en otros términos y en primera persona: "la realidad que veo, es mi única opción de realidad". Por otra parte e ideológicamente hablando, las revoluciones socialistas llegan para quedarse, dado que el socialismo desestima los mecanismos alternativos y representativos de la democracia burguesa. Así las cosas, en términos ideológicos, tampoco hay otra percepción, esto es y puesto de nuevo en primera persona: "la realidad que veo, es mi única opción de realidad". Sumando ambas situaciones: la realidad que veo, es la que es...No existe otra.

La "otra realidad" es la de aquellos que hacen el intento por sobrevivir "en la otra acera". Hoy mayoría, porque incluye ciudadanos de a pie, muchos de los cuales están alimentándose de la basura; chavismo disidente y oposición política; simpatizantes decepcionados y gente muy molesta, quienes, además, han visto morir a familiares por falta de medicamentos o asesinados en las calles, tanto por el "hampa roja colaboradora" organizada en los llamados "colectivos" como por el hampa común; gente que se ha arruinado porque ha perdido su negocio, su medio de vida, empleos y hasta vida cotidiana,  lanzados por fuerza a una pobreza que creían haber dejado muchos lustros atrás, van acumulando una suerte de desesperación agónica, porque la única realidad que "logran ver" es su "realidad de menesterosos por obligación". Cercada en sus posibilidades de inducir un cambio por aquellos que no quieren y no pueden ver cambiar su realidad "roja-rojita", no se le deja otra opción a esa mayoría que lanzarse por el primer despeñadero que vea o tras el primer líder con opción de que dispongan. Es fácil pedirle al enfermo terminal de cáncer que tenga paciencia frente al dolor físico, cuando no se padece; es sencillo pedirle al ciego que ha visto o al manco quien poseía ambas manos, resignación frente a su nueva situación de pérdida total. Pero no es fácil ni sencillo el sentir y menos el padecer. La realidad que mira esa mayoría es, dicho en primera persona: "la realidad que veo y, definitivamente, es la que es". Y esa mayoría desesperada se pregunta: ¿Es que no existe otra?...

La respuesta a la pregunta anterior es tremendamente preocupante: ambas realidades son mutuamente excluyentes. Los "rojos" sobre todo en los últimos cinco años, han hecho tanto daño, en su desesperación por aferrarse a ese poder y sus recursos, que han quemado sus naves en una hoguera de odio y venganza incontrolados, sembrándolo como ortigas en los otros, reiteramos, ahora mayoría, que sufren, cada vez con mayor desesperación, la sentencia que, el tribunal inexorable de “la roja realidad" (paradójicamente también en la desesperación que provoca la auto defensa y la sensación de caída), le ha impuesto al resto de la población que no los acompaña, sentencia además materializada en las más pasmosas condiciones de vida extrema: hambre, muerte, miseria y escasez.

Si lo vemos en términos de los niveles de realidad, “la realidad roja-rojita es la que es y no hay otra” y respecto del resto de la población “la realidad que veo no es la que quiero y la realidad roja-rojita me impide mirar la que quiero”. Puesto así, el razonamiento más elemental indica que “la realidad roja-rojita” es la negación de “la realidad que quiere ver el resto de la población”, ergo, la que quiere ver el resto de la población impide la existencia de aquella roja-rojita; en términos más simples y reiterando el razonamiento anterior: ambas son mutuamente excluyentes. Y ambas, por paradoja, si no se imponen en sus fueros, implican una lesión cancerígena en la vitalidad de cada grupo, ergo, la vida se va en ambas y la solución coloca a ambos grupos en modo de supervivencia.

Tal situación favorece intereses foráneos en uno y otro bando, que pretenden ganar en la contienda, dándole oxígeno (y combustible) a cada percepción de la realidad. Cubanos (sobre todo el castrismo, obstinado en seguir insuflando energía a un cuerpo agostado por el tiempo, la corrupción y la maldad), rusos, chinos, turcos e iraníes, en el contexto de su lucha geopolítica con los Estados Unidos republicanos y de Trump, así como sus propios (y particulares) intereses económicos; y los Estados Unidos republicanos y de Trump, con la UE, más sus aliados suramericanos, en su lucha geocontinental contra rusos, chinos, iraníes y turcos, por la recuperación de su papel hegemónico en el mundo. Ambos, como ya dijimos, alimentan su propio “recorte de realidad”, tratando de estimar sus ganancias luego que el cuerpo venezolano se termine destazando así mismo. Total la sangre ajena nunca ha importado cuando de oro se trata.

Así, los niveles mutuamente excluyentes de realidad, siguen avanzando uno contra el otro, en un curso de colisión inevitable, donde la acumulación de los odios y los deseos de venganza van en aumento y como carbón a calderas de vapor, chirriando las ruedas, emitiendo humo cada vez más negro, van rugiendo sobre los rieles de la estulticia, bajo la sombra del miedo-pánico a ser el próximo e inevitable descarrilado. No hay forma ni manera: vamos hacia un final impredecible…Dios tenga misericordia de nosotros…