24 de noviembre de 1948; 24 de noviembre de 2020. Setenta y dos años del
derrocamiento de Rómulo Gallegos Freyre, el primer presidente electo en
Venezuela por el voto directo, universal y secreto en la historia republicana nacional
hasta ese momento y el único, léase bien, el
único Presidente Constitucional derrocado por un Golpe Militar, Pronunciamiento, Coup d’Etat o Putsch en la historia
contemporánea de la república, en sana Teoría Política. El general Isaías
Medina Angarita hubiese renunciado voluntariamente al cargo y el general Marcos
Pérez Jiménez dejado el puesto en absoluto abandono.
Puesto el Presidente Gallegos en el predicamento de aceptar las peticiones
exigidas por el Alto Mando Militar de entonces y habiéndose de plano negado, es
sujeto de detención, defenestración y prisión en una instalación militar, las
tres condiciones necesarias y suficientes para cumplir con las definiciones
formales en Teoría Política, hoy día reconocidas plenamente y reiteramos: el Coup d’Etat francés, luego adoptado por
el mundo anglosajón; el Pronunciamiento español; y, finalmente, el Putsch
alemán. A los tres días es expulsado del país por la misma claque militar
que lo depusiera, razón de más para ser calificado plenamente como “derrocamiento”.
En una historia cubierta por una suerte de manto “rojo” de absoluta deformación cognitiva, además sujeta a la
memoria flaca de un pueblo mayoritariamente dotado de una proverbial ignorancia
supina, enceguecido además por el hambre y la pobreza, características que lo
colocan en un grave modo de supervivencia permanente, valga la fecha para recordar a un hombre
íntegro y honesto como Don Rómulo Gallegos. En tiempo de “pocos”, Rómulo Gallegos Freyre representa lo “mucho” que hemos perdido e inexorablemente nunca volverá. Sirva esta breve nota, al menos, para otear en un pasado cercano en tiempo, pero moralmente en las antípodas.