17 de junio de 2017

Construcción republicana en los discursos de los líderes carismáticos del siglo XX venezolano. Los líderes carismáticos y los líderes menores. La condición “estatuaria” de la República. El camino inevitable hacia el gobierno liberal.

"Libertad, valor, templanza, justicia y fortaleza; honor; igualdad y fraternidad". "Pueblo, como un todo y todos para todos”. "Amor a las leyes y a los magistrados; frugalidad, seriedad, virilidad; heroísmo". "La Patria: morir por ella..." Todos los conceptos anteriores hacen parte esencial del discurso político venezolano; venidos del siglo XIX, al originarse en la gesta emancipadora, son nutridos a lo largo de nuestras revoluciones decimonónicas, para decantarse al fin en los siglos XX y XXI. Son conceptos republicanos por derecho propio, todos apelando a la base esencial de “la República” como creación política: “la pasión”.

El alma encendida de “pasión patria”, que construye colectivos humanos para el bien común, bajo el imperio de la ley; la “República”, como ninguna otra creación equivalente, apunta a los “sentimientos” humanos. El liberalismo se centra en el ejercicio de la libertad individual: “soy libre antes que cualquier otro”. En el liberalismo, el colectivo es la simple suma de las voluntades individuales; el republicanismo, por el contrario, es el encendido deseo de un “todo” que más que las partes, logra grandes epopeyas gracias a un sentir “común”: el amor a  la Patria[1].

La Patria que “nos” vio nacer; que recoge nuestras vivencias más sentidas; la Patria que al final, tal y como lo hizo con nuestros ancestros, recogerá en su seno nuestros restos mortales, haciendo de sí y en sí misma, nuestra última sustancia vital. La Patria es la esencia del sacrificio máximo porque “…quien da todo por la Patria, nada pierde y gana todo cuanto le consagra…”[2]

Los auténticos protagonistas de la pasión-patria, los republicanos puros no son individuos comunes. Sobre ese particular hace saber Castro Leiva:

“Héroes impolutos, poderosos, ángeles exterminadores de vicios, jinetes de la pulcritud de las costumbres. Tanto celo, tanta devoción sentimental de manera insensible conducen a este radicalismo a la aceptación de otras relaciones, pasiones y acciones adicionales en nuestra buena sustancia republicana. Así purificado el practicante en las virtudes se hace la norma en la vida activa, de participación religiosa que requiere esta búsqueda del bien.”[3]

Una suerte de "ciudadano virtuoso", quien además tiene como tarea fundamental la búsqueda  del “bien común”, “bien” que pudiese ser equiparado al concepto de “vida buena” de Aristóteles[4]. Existen virtudes republicanas para el tiempo de paz y virtudes republicanas (exacerbadas) en los repúblicos, para los tiempos de beligerancia. Castro Leiva acota al respecto:

“Desde la perspectiva de la acción, el sujeto revolucionario concibe la virtud como forma de la voluntad. Ser virtuoso en el hacer de la revolución significa ser héroe. Esta heroicidad vive del afán de la gloria y de la “liberalidad” de sentimientos. De la magnanimidad o entrega total a la causa de la revolución. En ese escenario estético, ético y retórico, solo el sacrificio o la muerte persuaden absolutamente. Ser virtuoso durante la tranquilidad de la república significa ser fraternal, moderado, frugal, severo, prudente, viril, enemigo del lujo y de la afeminación de las costumbres.” [5]

De manera que el doble enfoque, el de “la revolución” o sus etapas previas y el de la “paz republicana” implica actitudes distintivas: la guerra, a la propensión al máximo sacrificio; la paz, a la integridad máxima como individuo. En cualquier caso: “el republicano encarna al luchador excelso por las causas justas”. La apelación a “Republicano” (Repúblico) sugiere automáticamente la asociación a héroes íntegros y sacrificados por el bien de la Patria, un tipo de individuo que se merece, más que ningún otro, el título de “ciudadano”; y aquel de “conciudadano”, solo los “igualados” por el mismo sentido de entrega y sacrificio.

Así las cosas, para cuando amanecemos al siglo XX, la sombra del Positivismo en ciernes aporta al “Republicanismo Bolivariano” un nuevo vocablo: “el progreso”. Ese “progreso” comtiano solo posible en el contexto del “orden”[6], para que “…hombres de trabajo disfruten de la paz y los frutos de sus industrias...”[7].

En sentido contrario, el Republicanismo viene soportando el ataque transversal de un nuevo lenguaje, nacido del fondo filosófico germano de las postrimerías del siglo XIX, en el contexto influyente de la Revolución Industrial y parido luego, “a sangre y fuego”,  al amanecer del XX, en una versión práctica de raigambre eslava: “el lenguaje Marxista”.[8]

El “lenguaje Marxista” parece infiltrarse en el republicanismo bolivariano por la vía de las virtudes y de los valores republicanos. “La Libertad, la Igualdad y la Patria; la frugalidad, el valor, la justicia y la templanza”. "Solo el marxismo libera, porque revierte la explotación del hombre por el hombre, en tal sentido, al acabar con los patronos y los latifundistas, iguala y al pensar en el bien común, solo el marxismo construye Patria...”. Los gobernantes positivistas y liberales, no son “frugales”, tampoco son justos y, además, son cobardes: los hechos así lo respaldan. Los comportamientos de Cipriano Castro y Juan V. Gómez son pruebas palmarias de ello[9]. Finalmente, los marxistas hacen “suyos” los héroes de la Patria y denuncian como “beatón” el patriotismo de los gobernantes, a quienes acusan de abusar de los “valores y figuras” patrias en su propio beneficio político. Su contraparte los acusa de “anti bolivarianos y antinacionalistas”[10]. De manera que se continúa viendo, en el discurso político venezolano (aún hoy en nuestros días), una disputa vehemente entre los factores confrontados en la pugna interpartidaria, por la “posesión exclusiva” de las "virtudes, valores y héroes republicanos de nuestra historia patria".

La República (y su bien) es la única creación posible y solo el camino que muestra cada parte en confrontación, senda exclusiva para su construcción. Las sucesivas Constituciones del siglo XX hablarán de Repúblicas, de la división de poderes, de “representatividad y responsabilidad”[11]; se hará, por otra parte, mención permanente a “la libertad de industria y comercio”[12], unido a parchazos al “bien común republicano”; se ensalzará ad nauseam a la propiedad privada e individual, un resabio liberal indiscutible, junto a la expresión del libre comercio, originado en la República de la Sociedad Comercial estadounidense, trocado luego en principio esencial del ejercicio de la propia libertad individual liberal, al concebirse el disfrute y despliegue de las libertades creativas e industriosas del ser humano, asociadas al comercio, como demostraciones palmarias de su par liberal. En suma: serán exquisitas mezclas en algunas ocasiones, mezclotes vulgares en otros, de “republicanismo retórico” con “liberalismo en la acción”; “republicanismo retórico” que servirá al propósito de apelar a “la pasión para la acción”, y al exordio emocionado que desde “la pasión”, sirva al propósito de construir “la convicción” o alguna suerte de ella.

La presencia del líder carismático[13] en el devenir del sistema político venezolano (desde que podemos hacer uso de tan complejo concepto político) resulta moto esencial para entender su marcha, desde nuestra muy particular manera de aproximarnos a la historia política nacional.

Siete, como los brazos del Cuerno de David[14], planteamos son los líderes carismáticos[15] que han signado la historia política criolla en los últimos doscientos años. Simón Bolívar, José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Rómulo Betancourt y Hugo Chávez, son los hacedores, con sus pensamientos exclamados a viva voz, en su discurso político y las acciones concretas derivadas,  de la Venezuela que fue, es y parece seguirá siendo, al menos en los años por venir, sin atrevernos a determinar con exactitud el tracto temporal de la locución “por venir”.

La presencia de cada uno de esos líderes carismáticos ha dejado tras de sí una categoría de sujetos que aquí nos atrevemos a definir como “líderes menores”, entendiendo como tales a aquellos líderes que heredando del líder carismático, mando y poder, bien sea por su creación institucional, bien sea por su “unción”, terminasen en posición preeminente, pudiendo llegar a conservar la construcción institucional y/o política primaria, reforzándola incluso en función de sus propios intereses o perdiéndola y, por consecuencia, perdiéndose, al no poder reproducir las cualidades del líder carismático de cual devienen.

Como evidencia empírica, baste citar un conjunto interesante de casos; en el caso del General José Antonio Páez, líder carismático guerrero, supremo héroe de la guerra de independencia, venido al poder nacional gracias al fracaso de la Gran Colombia, devienen como líderes menores que se crecen en la construcción institucional derivada, por ejemplo, el General Carlos Soublette o los hermanos Generales José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas. En el caso del General Antonio Guzmán Blanco, líder carismático que deviene de la muerte del conservadurismo paecista, derivan (de él) el General Francisco Linares Alcántara y los Doctores Raimundo Adueza Palacios o Juan Pablo Rojas Paúl en el mismo sentido que lo hiciesen quienes devinieron del Centauro de los Llanos; no así, en el caso del General Joaquín Crespo, líder menor de Guzmán, quien pasa el testigo al General Ignacio Andrade, también de la menoridad del Guzmanato; Andrade releva a Crespo, por voluntad de este último y sin embargo pierde y se pierde en la declinación mortal del liberalismo amarillo.

Respecto del General Juan Vicente Gómez, lider carismático que inicia junto al General Cipriano Castro[16], el siglo XX venezolano, pudiésemos derivar a  los Generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, supervivientes inmancables como resultado del mantenimiento del constructo institucional, misma que pudiera extenderse y justificar más adelante el origen del General Marcos Pérez Jiménez.

En los tiempos de la democracia de partidos, Rómulo Betancourt Bello asume la condición del líder carismático indiscutible; los presidentes de la era democrática, en particular militantes de AD, líderes menores derivados de su presencia; el Doctor Rafael Caldera, es un producto evidente de la construcción institucional de Betancourt.
Ambas categorías de líderes, mayores y menores, han entonado el cántico que les impone el lenguaje republicano bolivariano, en su versión “demo-liberal” o en su versión “marxista-socialista-revolucionaria”.

Así las cosas, a lo largo de dos centurias, hemos visto y oído hablar de “Repúblicas”; del “interés de la República”; de “moral republicana”; de “ciudadanos virtuosos” de “repúblicos”; de ofrecimientos emocionados al  “…máximo sacrificio por la Patria”. También de “Libertad” y de “Libertades”;Libertad de Cultos”, “Libertad de Expresión”, “Libertad de Ideas”; pero también “Libertad de Comercio”, “Libertad de Industrias”, “Libertad de Lucro…”[17]

En otro orden de ideas, un viento de suprema igualdad ha soplado con fuerza cada vez que nuestros líderes carismáticos han hecho uso del púlpito de la encendida opinión; “…somos iguales ante la ley…” “…obreros y estudiantes somos iguales. Los banqueros y comerciantes al servicio del régimen, no…”[18] “La vida de la república reclama nuestro sacrificio y el castigo de aquellos al servicio del régimen…”[19]  según sea el bando que ocupen alternativamente.

Vemos entonces que de estar en un bando de lucha, de confrontación, el orador hace uso del discurso republicano porque este  apela, esencialmente, a la pasión, es decir, siempre con sentido de “acción” desde la “pasión”[20]Cuando se está en el poder, el discurso republicano se atenúa y se troca en parla institucional, con tendencia al ejercicio supremo de las “libertades liberales” y con una acción concreta dirigida al mantenimiento del “orden”[21].

La República pura, de “civismo activo”, como la llama Castro Leiva, se troca en “República Retórica”, destinada al ornato del discurso, a la loa de ocasión, a la oportunidad del templete festivo; la acción discursiva en la “acción”, se hace “liberal” y la “protección de la industria y el comercio” acción fundamental de gobierno.

La República adquiere entonces condición “estatuaria”; se hace monumento construido y levantado a las glorias del pasado; se convierte en ofrenda floral en el panteón de los héroes; bandera al viento en las fechas patrias; saludo militar ante el fuego eterno de la tumba del soldado desconocido; lágrima furtiva por algún recuerdo propio; apretón de manos a la viuda del compañero caído; recuerdo, discurso y evocación. Se transmuta así en pieza broncínea que al sol, queda sometida impertérrita a las inclemencias del tiempo, sin otra utilidad que la de honrar el pasado e irremediablemente destinada al requiebro impío de postrimerías de alguna desprevenida ave de paso.

Así “la República”, en su largo viaje desde la antigua Grecia, pasando por las glorias romanas, vestida de egregio humanismo renacentista, bañada luego en las frías playas de una inglesa guerra civil; en el reclamo comunitario del Highland escocés; en la visión de comercio de las trece colonias norteamericanas; en la negritud confundida de una Haití preñada de igualitarismo; tocada de gorro frigio, senos casi al aire y bayoneta en mano, de una revolucionaria Francia; y finalmente, tiznada de carbón, pólvora y sangre en nuestros campos de batalla, termina su camino hoy en nuestra tierra de gracia, convertida solo en palabras, versos y evocación. Discurso de ocasión, propio al dicterio, cuando la estabilidad en el poder se ve en peligro; panegírico de oportunidad en quien, al sentirse en peligro por sus acciones, en los difíciles intercursos de la pugna interpartidaria, apela a sus “virtudes”, ora para defenderse, ora para atacar a sus perseguidores.

Desde otra ruta, “el liberalismo”, al propender a la defensa de la libertad individual a todo trance, consigue en su camino “interpretes” quienes, desde la ciencia económica, consiguen suelo propicio en sus contenidos para sembrar la semilla de una madreselva conceptual  y luego subsumirlo al ejercicio exclusivo de la libertad individual para “producir y comerciar”, al punto de hacerlo coincidir, en algunos casos, con “el utilitarismo y su racionalidad económica”.

Por otra parte, la “República de la Sociedad Comercial”, favorece estas argumentaciones de hecho y de derecho, siendo fagocitada por “el liberalismo”, entendido desde su perspectiva exclusivamente económica, y desprovisto de su contenido político, contenido por el que pugnan hoy día únicamente los entendidos y los filósofos políticos. Así, la acción de gobierno se hace “liberal”, por los arrestos y las obligaciones derivadas del “texto y el contexto”, al convertirse el liberalismo y como ya dijésemos, en suerte de “padre natural de nuestra República” o, acaso, “padrastro obligado” de nuestras concepciones republicanas contemporáneas.¡Malo mori quam foedari…!





[1] ”Es el amor a la Patria que produce en las repúblicas aquel conjunto de cualidades que llamamos costumbres. Si no puede existir república alguna sin virtudes, ninguna virtud hay sin costumbres.” Francisco Espejo en Castro Leiva. Lenguajes Republicanos. Castro Leiva…Ibid…Pág.413. “El amor a la Patria purifica los corazones, corrobora la virtud fija y asegura la independencia del universo: él solo produce héroes y los grandes hombres, y con él se puede todo.” Pedro Grasses, Máximas Republicanas, en Castro Leiva. Castro Leiva…ibid…Pág.622.
[2] Paráfrasis de cita del Libertador Simón Bolívar, en carta de fecha 10 de septiembre de 1815. La cita textual es la siguiente: “El que abandona todo por ser útil a su Patria,  no pierde nada y gana cuanto le consagra.”
[3] Castro Leiva…Ibid….Págs. 620 y 623.
[4] “Puede decirse que hay un objetivo, tanto para cada uno en particular como para todos en común, a la vista del cual elegimos o evitamos. Se trata, en suma, de la felicidad y de sus componentes. (…) Sea, pues, la felicidad prosperidad unida a la excelencia o suficiencia de medios de vida, o la vida más agradable acompañada de seguridad o plenitud de propiedades y del cuerpo asistida de la capacidad de salvaguardarlos y de usarlos, pues puede decirse que todos coinciden en que la felicidad consiste en una o más de esas cosas.” Aristóteles, Retórica. CLASICOS DE GRECIA Y ROMA. ALIANZA. Madrid, 2007. Pág.71. “Cuando llegamos al final y a la asociación perfecta, formada por la reunión de diversos pueblos, ya hemos alcanzado la polis – una asociación de la que podríamos decir que ha alcanzado la plena autosuficiencia; o mejor, para hablar con más exactitud, podemos decir que mientras está en crecimiento lo hace en función del mero vivir (y por tanto en esa fase y ese estado de crecimiento háyase aún ubicado en un estadio anterior al de su autosuficiencia), y existe (una vez alcanzada la plenitud) en virtud de una vida buena (y por ello se hace autosuficiente).” Aristóteles. La Política, Libro I, citado por Castro Leiva. Castro Leiva…Ibid…Pág.602.
[5] Castro Leiva…ibid…Pág.187.
[6] Tal y como Comte plantea, el progreso debe cederle paso al orden, mientras la construcción del camino hacia el destino se culmina; además han de surgir en las mentes de aquellos hombres, interrogantes inquietantes y angustiosas ¿Puede un pueblo como el nuestro asumir su propio destino en una democracia plena? ¿Cómo?  Si resulta un hecho cierto que el mismo Augusto Comte en su Francia natal afirma que “…la democracia es el peor de los regímenes al ser un sistema político dónde todos tienen el poder, nadie obedece y, lo peor, no existe quien asuma la responsabilidad…”. “Comte cree que su misión intelectual es que la política entre en el estado positivo, es decir, esté fundada en la observación que descubre constantes, formula leyes y describe la organización única y necesaria (científica) de la sociedad. Solo una sociología o física social puede ser hoy la base de la reorganización de las sociedades modernas. La sociología nos descubre dos motores de la historia: el orden (condiciones de existencia de una sociedad) y el progreso (condiciones de su evolución). La ciencia política positiva tiene el objetivo de recuperar el principio de orden de la doctrina “orgánica”, pero depurado de nociones sobrenaturales, y el principio de progreso de la doctrina “ilustrada”, pero depurado de nociones metafísicas (…) decimos que si Comte aspiraba a un equilibrio entre el orden y el progreso, es evidente que en la sociedad positiva que preconiza, el orden triunfa sobre el progreso.” Prieto, Fernando; Manual de Historia de las Teorías Políticas. UNION EDITORIAL. Madrid, 1973. Pág.776.
[7] “Hace algún tiempo que nuestra Patria oscila entre dos extremos: la tiranía oficial y la intolerancia de los partidos políticos. Esos extremos nos han llevado siempre a la muerte de las libertades, a la guerra civil, y a la desolación de la República: males terribles que pueden curarse radicalmente en el actual momento histórico...(…) A ustedes tocará la envidiable dicha de extinguir para siempre las guerras civiles, de crear la atmósfera de la tolerancia, de fundar el respeto entre los partidos, de acrecentar el buen trato entre los hombres, de robustecer el imperio de la ley, de abrir corrientes del trabajo, de impulsar las productoras industrias, de guiar a la prensa periódica por derroteros de luz y de llevar, en fin, a Venezuela a igualarse con sus hermanas del Continente en vida civilizada y progresos de todo linaje.” Salazar Martínez, Francisco; Tiempo de compadres. LIBRERÍA PIÑANGO. Caracas, 1972. Págs.156 y 157.
[8] “El tercer y último elemento a disposición interpretativa de la viabilidad de la metáfora está constituido por el surgimiento y expansión del marxismo en Venezuela y América Latina (…) Desde un comienzo ha estado debatiéndose el marxismo emergente (no como “ideario” secretado abstractamente) dentro del espacio retórico-persuasivo dejado en consignación intelectual en el domicilio de la conciencia epistemológica de los “intelectuales” positivistas por una parte, y dentro de la conciencia colectiva del “patriotismo popular” (ilustrado, liberal, republicano y por ello patético) y su culto a los héroes, v.g Simón Bolívar, por la otra. Inicialmente los nuevos “intelectuales” sucumben al encanto de la guerra contra la metáfora, propia de la asepsia estilística de la simplicidad de la ciencia. El legalismo causal universal, la fuerza de la necesidad y el encanto del determinismo hacen de los procesos sociales, políticos e históricos, un sucesivo y progresivo suceder de cambios.” Castro Leiva…Ibid…Pág.77.
[9] “El “chácharo” se vino con los  60 de El Cabito y el resto abandonó la tierra para colmar “sagradas” y “jefaturas civiles”, después del 19 de diciembre de 1908.” Rómulo Betancourt citado por Germán Carrera Damas. Rómulo Histórico. Ensayo preliminar. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2010. Pág.37. “…el triunfo de la revolución, o de la acción cualquiera que termine con el régimen de Gómez, nos hallaría profesando la tesis simplista y antisociológica de que la” zamarrería” y la “ausencia de fronteras morales” en aquél explican y justifican el cuarto de siglo de rehabilitación” Rómulo Betancourt. Plan de Barranquilla. 31 de marzo de 1931. Suárez Figueroa, Naudy, Selección de escritos políticos 1929-1981. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág.47. 
[10]A la gente de ORVE se le sindica por su militante posición de izquierdas entre las interesadas, según el arbitrario decir de quienes militan en la trinchera opuesta, en arrancar del corazón venezolano la admiración por la vida y la obra de Simón Bolívar. (…) Somos bolivarianos, en el sentido de que vemos en el Libertador el símbolo más cabal de la nacionalidad y en su acción sin desmayos una norma obligadora de nuestra propia acción. (…) Más no practicamos ese bolivarianismo superficial y beatón que consiste en considerar que las formas político-sociales preconizadas por el grande hombre son valederas para todos los tiempos.” Rómulo Betancourt. Ubicación histórica del Libertador. Semanario Orve. Nº36. 17 de diciembre 1936. Suárez Figueroa…Op.Cit…Pág.91 y 93
[11] “Art.13. El gobierno de los Estados Unidos de Venezuela y de cada uno de los Estados de la Unión, es y será siempre republicano, federal, democrático, efectivo, representativo, responsable y alternativo.” Constitución de los Estados Unidos de Venezuela. 1931 y 1936. “Declaración Preliminar. (…) con el nombre de República de Venezuela, que se rige por los principios de Gobierno Federal, Democrático, Efectivo, Representativo, Responsable y Alternativo y que es libre de toda dominación o protección extranjera…” Constitución de la República de Venezuela. 1953. “Art. 3. El gobierno de la República de Venezuela es y será siempre democrático, representativo, responsable y alternativo.” Constitución de la República de Venezuela. 1961. “Art.6. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables.” Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 1999.
[12]El principio de la propiedad privada y la promoción de la industria y el comercio se consagra de manera uniforme en, al menos, las cuatro constituciones antes referidas, redactados en  términos de “promoción”, “derechos económicos” , “…ocupación productiva…”, “…desarrollo de las artes y el comercio…” .
[13] Entendemos por “lider carismático” al definido por Max Weber como aquel poseedor del “carisma” como cualidad. Dice Weber: “Llamamos “carisma” a la cualidad de una persona individual considerada como una cualidad extraordinaria (…) Por esta cualidad se considera que la persona que la posee está dotada de fuerzas o propiedades extraordinarias, no accesibles a cualquier persona  o que es una persona enviada por Dios o una persona modélica y que, por lo tanto, es un “líder” Weber, Max; Sociología del Poder. ALIANZA. Madrid, 2007; Pág.113.
[14] “…de fuerza o poder político (porque los cuernos de un animal eran símbolo de su fuerza; Sal. 132:17, literalmente "Cuerno de David"; Jer. 48:25, literalmente "Cuerno de Moab"). En el simbolismo profético, los cuernos representan reyes, reinos u otros poderes.” Diccionario Bíblico Cristiano Gratis - Concordancia Bíblica Online - Significado o definición de Cuerno.
[15] Los líderes carismáticos y fuertes están dotados de extraordinarias cualidades congénitas, muy por encima de la generalidad. Por esos atributos se les identifica como capaces de realizar diversas proezas. Sólo el líder carismático tiene la capacidad de superar el conservadurismo que produce la organización y de soliviantar a las masas en apoyo de grandes cosas, tiene una profunda fe en sí mismo, producto de un pasado de luchas victoriosas que lo hacen tener conciencia de sus aptitudes….” Robert Michels en  Antonio Bolivar Meza. La Teoría de las élites. Pareto, Mosca y Michels.ITZAPALAPA. Pág.401.
[16]Es posible argumentar que el general Juan V. Gómez no ofrece la oportunidad, a título personal, de ser considerado “líder carismático”. El “histrionismo” del general Cipriano Castro es posible que opaque esa opción; acaso sirva un ejercicio comparativo, para probar nuestra opinión sobre el particular. Dice Max Weber que líder carismático es aquel dotado de “… una cualidad extraordinaria…” y que por esta cualidad “…se considera que la persona que la posee está dotada de fuerzas o propiedades extraordinarias, no accesibles a cualquier persona  o que es una persona enviada por Dios o una persona modélica y que, por lo tanto, es un “líder”…” La cualidades extraordinarias que consideramos poseía Gómez, acaso, de nuevo, las necesarias para ese difícil período de la historia nacional,  distan con mucho de ser virtudes, pero sin duda resultaban cualidades para un líder del momento. Francisco Segundo Alcántara dice del general Gómez “No bebía, no danzaba, no gritaba. Era mujeriego e implacable. Y mucho, pero mucho, avaro de tierras de oro y de poder. Este era su pecado capital.” Es posible que estas particulares características que menciona Alcántara, disten con mucho de la “cualidad extraordinaria”  que podría asignársele a un líder carismático, bajo el espectro moral de las virtudes republicanas, pero ¿No serían acaso esas “cualidades” de poco o casi ningún valor moral, las que permitiesen a Gómez pacificar un país díscolo y calenturiento, luego de casi una centuria de guerra intestina y encauzarlo a lo que fue después?¿Cómo puede un hombre sin “cualidades extraordinarias” conservar el poder por veintisiete años?¿No surgió de él acaso una sociedad cómplice pero organizada? Representan las respuestas a esas interrogantes, un estudio particular que escapa al alcance de estas líneas. Pero son sus solas conjeturas, las que nos permitimos utilizar para calificar a Gómez de carismático líder. La cita de Alcántara fue extraída de su libro titulado “La Aclamación (1906). La Conjura (1907). La Reacción (1908)”, editado por la Librería Europa, en 1958. El texto en referencia corre inserto en la página número 80.
[17] Como testimonios de estas menciones republicanas, hemos tomado textos de varios documentos de cuatro de quienes proponemos representan los siete líderes carismáticos venezolanos. Así, respecto de Simón Bolívar, en su vehemente defensa de un sistema republicano centralista, afirma en su muy conocido Discurso de Angostura, el 15 de febrero de 1819: “El primer Congreso en su Constitución Federal más consultó el espíritu de las Provincias, que la idea sólida de formar una República indivisible y central. (…) Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de facultades superior a la que antes gozaba, no he deseado autorizar un Déspota para que tiranice la República. (…)…he sido arrastrado a rogaros para que adoptéis el Centralismo y la reunión de todos los Estados de Venezuela en una República sola e indivisible.” Simón Bolívar, Libertador, Discurso de Angostura. GOBIERNO BOLIVARIANO. MINISTERIO DE EDUCACIÓN E INFORMACIÓN. Caracas, 2005. Pág. 17 y Págs. 40 y 41. El general José Antonio Páez, en carta oficio que dirigiese al Libertador Simón Bolívar, en fecha 24 de mayo de 1826, en la oportunidad de sofocar una insurrección en la  plaza de Puerto Cabello, acaudillada por el capitán de navío Sebastián Boguier, y dónde solicita la presencia del máximo jefe, culmina aquella misiva en los siguientes términos: “Venga V.E a satisfacer los votos de estos pueblos, á perfeccionar la obra de sus sacrificios y á asegurar la estabilidad de la república.” En manifiesto dirigido a  los colombianos del norte, el 7 de febrero de 1829, el general Páez dice allí: “…solamente una necesidad forzosa, unida á la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de dictador, jefe supremo la república (…) En este momento, el jefe supremo de la república no es más que un simple ciudadano y tal quiere quedar hasta la muerte…” Páez, José Antonio, Autobiografía. Volumen I. IMPRENTA HELLEY y BREEN. New York, 1869. Reproducida por HR.ELLIOT. New York, 1946. Págs., 305 y  526. El general Antonio Guzmán Blanco, exponiendo su idea de lo que para él significa una revolución, en discurso que dirige al Congreso de los Plenipotenciarios de los Estados, el 15 de junio de 1870, afirma: “Dividida Venezuela desde 1840 en dos partidos, el uno pugnando por la libertad, el otro armado con la autoridad; éste heredero de la colonia, aquel hijo de la república; el primero que marcha hacia el porvenir, el segundo que se aferra a lo pasado; entre el oligarca i el liberal ha existido siempre una distancia que no han podido acercar ni el tiempo, ni sus lecciones, ni el prestigio de la mayoría popular ni sus triunfos  materiales, ni sus conquistas morales, ni su  magnanimidad, en fin…” En discurso pronunciado el 5 de julio de 1874, dice Guzmán a un atento auditorio: “Cada camino que abrimos, cada empresa de navegación realizada, cada línea de telégrafo, cada código que formamos, toda esta máquina de la educación popular, tan complicada, difícil, laboriosa, i la milagrosa inmigración que estamos ya realizando: eso es habernos tocado á nosotros el hacer prácticos los votos, las patrióticas esperanzas de nuestros antepasados. Si: ambicionemos la plena luz de esa gloria, como viera faz á faz al sol sin que la deslumbrase: aspiremos a que la posteridad diga que los hombres del 5 de julio i los del 27 de abril de 1870, son los hombres de la grandeza de la patria.”  Ponencia presentada por el profesor Tomás Straka Moreno, que llevó por título “Características de un modelo civilizador. Idearios e ilusiones del guzmancismo”, en el marco de simposio titulado “Los tiempos envolventes del guzmancismo”. Pino Iturrieta, Elías y Boulton, María Teresa (Coordinadores), Los tiempos envolventes del guzmancismo. FUNDACIÖN BOULTON-UCAB. Caracas, 2009. Pág. 112 y 114. El 5 de julio de 1902, el general Cipriano Castro se declara en campaña para combatir a los alzados de la autodenominada Revolución Libertadora. Emite una proclama emocionada a los venezolanos. Exclama allí el general Castro: “La anarquía ha clavado sus garras en las entrañas de la Patria, pero yo estrangularé esa anarquía en los anillos de mis energías, y Bolívar recibirá una nueva sanción a las tantas que han inmortalizado su genio esclarecido; la Patria, redimida de nuevas y tremendas calamidades, seguirá con paso firme su carrera de grandezas, y los hombres escogidos por la providencia para estos empeños humanos habremos cumplido con nuestro deber.” El 9 de diciembre de 1902, el país es sujeto de un ataque naval ejecutado por tres de las potencias internacionales de entonces, con saldo de buques  mercantes asaltados y puertos bloqueados. Castro pronuncia entonces, en la proclama respectiva, su famosa sentencia “¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!”  Habla Castro allí del sacrificio supremo: “Por mi parte estoy dispuesto a sacrificarlo todo en el altar augusto de la Patria; todo, hasta lo que pudiera llamarse mis resentimientos por razón de nuestras diferencias intestinas. (…) Delante de mí no queda más que la visión luminosa de la Patria como la soñó Bolívar, como la quiero yo. (…) El sol de Carabobo vuelve a iluminar los horizontes de la Patria, y de sus resplandores surgirán temeridades como la de las Queseras del Medio, sacrificios como el de Ricaurte, asombros como el de Pantano de Vargas, heroísmo como el de Ribas y héroes como los que forman la Constelación de nuestra grande Epopeya.” Salazar Martínez, Francisco, Tiempo de Compadres. De Cipriano Castro a Juan Vicente Gómez. LIBRERÍA PIÑANGO. Caracas, 1972. Pág.17 y Págs. 30 y 31.
[18] “Con las clases explotadas, con el camisa-de mochila, con el pata-en-el suelo, con las peonadas de los hatos, con los siervos de los latifundios cafetaleros, con los obreros de las petroleras, con los dependientes de las pulperías, con los medianeros de los ingenios, con el pequeño comerciante arruinado por la competencia capitalista, con el pequeño propietario absorbido por la gran propiedad, con el maestro de escuela y demás intelectuales proletarizados que a precio miserable venden su ciencia o sus cuartillas, con los soldados reclutados en leva forzosa, con el empleado público subalterno, con toda clase, en síntesis, integrada por nuestros hombres de músculo o de pensamiento que por salarios de hambre entregan su fuerza de trabajo al Gobierno o a los patronos particulares, nacionales o extranjeros.” Betancourt, Rómulo, Antología Política. 1928-1935. FUNDACIÖN RÖMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág.278.
[19]Nuestra revolución debe ser social y no meramente política. Liquidar a Gómez y con él al gomecismo, vale decir, al régimen caudillista-latifundista, entraña la necesidad de destruir en sus fundamentos económicos y sociales un orden de cosas profundamente enraizado en una sociedad donde la cuestión de la injusticia esencial no se ha planteado jamás.” Rómulo Betancourt. Plan de Barranquilla. 21 de abril de 1931. Suarez Figueroa…Ibid…Pág.47
[20] Cuando un orador traspasa los límites de la comunicación y logra persuadir a su auditorio, pero al hacerlo lo alienta y transporta causándole un rapto de admiración, ese verbo alcanza lo sublime. En ese estadio la belleza alcanza la verdad y su verdad. Lo que “idealistamente” ocurre allí es la conducción de la persuasión hacia la percepción de infinitud. Lo que hace especialmente apta a la política, a la praxis Republicana, para suscitar la búsqueda de lo sublime, es su contacto con el peligro y por esta vía con el acecho del fracaso y de lo terrible, v.g con la muerte.” Castro Leiva…Ibid….Pág.57.
[21]Tendencias políticas, filosóficas y económicas nuevas penetraron a todos los sectores sociales. Esto conllevó a una reestructuración de las fuerzas sociales y a nuevos programas políticos que contemplasen la realidad nacional. (…) Para asegurar la estabilidad es requisito indispensable al sistema democrático fortaleza y energía. Para algunos, democracia es agobierno, régimen inerte e inerme, cruzado de brazos, esperando como hecho inexorable que arrase con ella el hombre providencial o la montonera ahora disfrazada de grupos totalitarios. En realidad, lo fundamental es la firmeza institucional. La solidez del proceso democrático está en la armonía institucional que garantiza a los ciudadanos libertad política y eficacia administrativa, fundamentos de la estabilidad, porque estas condiciones contribuyen a robustecer la estructura toda del gobierno popular. Ya el Libertador, en forma casi axiomática, formuló lo esencial de esta concepción: “el mayor vicio de un gobierno es la debilidad”…”. Alocución del ciudadano Presidente de la República de Venezuela, Sr. Rómulo Betancourt, con ocasión de los fastos del 5 de julio de 1962. Suarez Figueroa…Ibid…Págs. 355  y 356.

10 de junio de 2017

La República, virtudes y lenguajes políticos. El republicanismo bolivariano y sus lenguajes.

“La República”, constructo humano primigenio sobre el cual se edificaron nuestras naciones hispanoamericanas; “nombre propio” con el cual hemos bautizado nuestras creaciones políticas nacionales; “sujeto” que ha servido a todo “predicado” y ha favorecido en todo tiempo, los más disímiles “complementos”. Hay quien la ha llamado “creación política”, otros, “aspiración irrealizable” y finalmente “obligación ineludible”. Algunos pensadores la declaran “hoy muerta”, mientras otros proclaman con grandilocuencia “su adecuación a nuevas exigencias”. En fin “la República”, como dijese en su oportunidad José Tadeo Monagas de la Constitución Nacional de su tiempo: “…da para todo…” 

Pero imprescindible en esta serie de artículos, ubicar su origen y pergeñar las ideas acerca de su llegada a estas tierras, pero, sobre todo y de manera primordial, cómo se entonaron sus cánticos, que letra acompañó sus invocaciones, cómo se habló, se escribió y terminó leyéndose en esta tierra de gracia, la misma que, desde el bautizo apresurado de Américo Vespucci, terminásemos llamando Venezuela.

Hay que comenzar en Grecia, en las reflexiones de Platón, pasando por las formas de gobierno de Aristóteles, el uno concibiendo a la República como “creación ideal” [1], el otro como expresión variada de organización, tanto de individuos,  como de aristocracias y grupos[2], pero sin apremios de “bautismos colectivos” o más bien, viendo aquellos como atisbos de peligros inconfesables. Ambos, centrando sus ideas en el constructo social esencial de su tiempo: la ciudad.

 Ida la Grecia antigua, duerme la República el “sueño de los justos” hasta llegar a la Roma del, por y para el colectivo; la Roma de la “res pública”, de la “res popollo”; la Roma de Marco Tulio Cicerón, la “Roma Republicana” dónde él y Gayo Salustio Crispo, más joven y más próximo al ocaso de aquella, se encuentran en la crítica a las acciones de un ambicioso Catilina, quien trata de destruirla[3]. Ambos ven a la República como la creación propia de los “ciudadanos virtuosos”, esto es, la  que existe gracias a la “virtus”[4]. Pero no una virtud huérfana de detalles, sino una virtud polícroma que se decanta en “virtudes”.[5]

Pero llega un día en que la República Romana muere; lo afirma Salustio en su “Conjuración de Catilina”: la avaricia, la venalidad y el vicio, la destruyen sin remedio[6]. Muere Salustio por el frío metal que porta la parca, más tarde lo hace Cicerón, pero mediante el hierro del puñal asesino. Cae en larga suspensión vital “la República”. Su nao espera por mejores y más potentes vientos.

Empujada por brisas nuevas y mejores, recala imponente en mediterráneo puerto, precisamente durante el Renacimiento Italiano. Las “Repúblicas Italianas del quattrocento” la hacen revivir con nuevo empuje. No solo se habla de “las virtudes” que en día postrero  invocase Salustio, se habla de nuevo de las “virtudes políticas” que un día refiriese Cicerón, ahora en el contexto del “humanismo cívico”[7]. Más tarde, los planteamientos de un patriota florentino que la ve en peligro otra vez, hacen recomendar acciones concretas: Nicolas Maquiavelo le imprime un nuevo sello. No es la “virtud”, ni siquiera “las virtudes políticas”, son las acciones concretas, más allá de las virtuosas, las que permitirán conservar a la República, y, en consecuencia, las que garantizarán su vida en el tiempo[8]. Francesco Guicciardinni, en cierto  modo siguiéndole los pasos, propone su protección mediante prácticas más bien “prudentes”[9]. Pero un Giovanni Botero y luego un Lodovicco Zucollo le tuercen el camino, imponiéndole un destino más práctico: “la preservación, a toda costa, del Estado del Príncipe, sea República o no”[10]. Y así, luego de los años, pasa casi inadvertida su presencia, solo referida como “sociedad debidamente organizada”.

Las transformaciones que llevan a Inglaterra a una guerra civil cruenta, a la decapitación de su Rey y a la aparición del protectorado parlamentario bajo el liderazgo de Oliver Cronwell, inducen nuevos pensamientos y hacen germinar nuevas ideas. Surge entonces James Harrington con su “Comonnwealth of Oceana”. Sobre esas ocurrencias nos dice Quentin Skinner:

“La teoría neorromana tuvo su mayor auge durante la Revolución Inglesa de mediados del siglo XVII (…) la culminación del desarrollo de una teoría completamente republicana de la libertad y el gobierno en Inglaterra, ocurrió en 1656. Tras dos años desastrosos de experiencia constitucional, Oliver Cromwell decidió convocar en el mes de mayo a un nuevo Parlamento. La oportunidad de denunciar el protectorado y exigir una solución genuinamente republicana fue aprovechada de inmediato por Marchamont Nedham, quien modificó sus anteriores artículos y volvió a publicarlos con el título de  The Excellency of a Free State, en junio de 1656. Unos cuantos meses después, James Harrington aprovechó la misma oportunidad para escribir el que seguramente es el más original e influyente de los tratados ingleses sobre los Estados libres, The Commonwealth of Oceana, publicado por primera vez a finales de 1656.”[11]

La presencia neorromana, tal y como la describe Quentin Skinner, entra en escena. Los viejos conceptos planteados por Cicerón, Salustio y que relata  Maquiavelli, en sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio, como referencia a la historia de Roma[12], son rememorados, una vez más, con nuevos sentidos de la “República y lo Republicano”. La vieja máxima de Cicerón, en su obra “La República”, acerca de que ella (la República) es la cosa del pueblo pero “…que pueblo no es toda reunión de hombres, sino sociedad formada al amparo del derecho y por utilidad común”[13] , reafirma en la sociedad propuesta por los neorromanos el concepto de ley, su imperio y la preeminencia de la “sociedad de hombres libres como supremo colectivo”, muy por encima de los apremios individuales de libertad.

Y anclados en “la libertad” como concepto, los neorromanos ingleses hacen saber a los cuatro vientos: “solo se es libre si se vive en un Estado libre, dónde los hombres se den, además, sus propias leyes, librados además de toda presión y apremio, ambas condiciones (la presión y el apremio) nacidas desde los arrestos de mando de una voluntad individual”.  Marchamont Nedham lo deja claro:
 
“No solo hemos recibido de Dios una serie de “derechos y libertades naturales”, sino que “el fin de todo gobierno es (o debiera ser) el bien y la tranquilidad del pueblo en el seguro disfrute de sus derechos sin presión ni opresión” por parte de gobernantes o conciudadanos.”[14]

Ahora, además de las virtudes del romano republicano que mencionase Salustio, a saber,” ingenium, egregia, gloria, bonae artes, industria, labor, fides, pudor, continentia”  y las virtudes políticas republicanas que un día mencionase Macrobio citando a Cicerón, esto es, “prudencia, fortaleza, templanza y justicia”, la libertad del colectivo se añade como valor esencial de la República, esto es, “la restauración del hombre, su derecho, el de su sociedad, a través de la libertad colectiva y bajo el imperio de la ley”.

Trasciende esta concepción las fronteras del tiempo  y el espacio, viajando al través del océano, recalando en nuevos puertos, esta vez, en aquellos que sobre la costa atlántica, se han extendido frente a las colonias americanas que un día acordasen construir los expedicionarios del May Flower. Pero allí también se renueva la faz de la “República”, añadiéndole a la “República Clásica Romana” y a la versión de la “República Neorromana” de los ingleses, nuevos aditamentos, en particular aquellos respecto de “la libertad”. La teoría del dulce comercio y los apremios materiales de las colonias americanas, constreñidas en la administración y ampliación de su propia actividad comercial por la corona británica, extiende la noción de libertad a la “libertad de comerciar”. Ya no solo es la libertad para darse sus propias leyes, ahora es la libertad para darse sus propios bienes materiales, mediante la práctica “libre” del comercio y así agenciarse la legítima riqueza que se les niega.

La “Revolución Norteamericana”, finalizado el hecho armado y victoriosos los patriotas sobre los “casacas rojas”, impone la restauración del hombre, su libertad, la del colectivo, así como la capacidad de ese colectivo de auto sostenerse por la vía del comercio activo y creciente.[15]. Es la “República de la Sociedad Comercial”, que se impone sobre la “República Clásica Romana y la República Inglesa Neorromana”. Las “Revoluciones Atlánticas” imponen un nuevo rostro a la República.

Pero simultáneamente en su puerto europeo de origen, se sigue alimentando la noción de “República Libre”, esta vez, entre otras, en las palabras de Adam Ferguson y Adam Smith, quienes se oponen a la creciente “despersonalización” de la vieja sociedad comunitaria escocesa y, en tal sentido, con sus propios razonamientos, nacidos de su impronta, más lo aprendido desde las costas “liberadas” de las colonias inglesas de América, la emprenden, con sus planteamientos republicanos, esta vez y paradójicamente, contra el dominio de la sociedad oligárquica comercial británica.[16]

Al otro lado del Paso de Calais, en la nación cuya vida  presiden los fastos rutilantes de la “Ville Lumière”, se incuba una explosión que, una grave crisis económica, política y social, hace presumir sobrevendrá con fuerza. Para cuando Luis XVI logra apercibirse de su entera gravedad, la fortaleza de Le Bastille está asediada por una turbamulta armada de picas, palos y piedras. Azadones en alto, la turba reclama la vida de la monarquía; mujeres, niños, ancianos y hombres con miradas frenéticas y puños crispados, exigen los derechos que (los agitadores  así se los han hecho saber) son de su legítima propiedad. Camille Demoullins es uno de los más enconados oradores y devenido el tiempo, aquel movimiento que él encabezara junto a muchos otros, insignificante además en su valor militar, adquiere trascendencia simbólica en lo político: es el fin de lo “viejo” y el nacimiento de lo “nuevo”. Y “la República” viene con “lo nuevo”.

En su viaje incesante, la nao republicana ha vuelto a Europa, esta vez con más ímpetu, mayor intensidad. Los republicanos franceses apuntan, en sus inicios, a la Republica que definiese en su momento Charles Louis de Secondant, mejor conocido como el Barón de Montesquieu, concretamente en su obra “El espíritu de las leyes”; a las virtudes republicanas se añaden las consignas revolucionarias francesas “liberté, fraternité, éqalité”. Es un mensaje en apariencia común al republicanismo conocido: ciudadanos virtuosos que construyen ciudades, en libertad y fraternalmente, en virtud de la identidad que les confiere compartir valores y esperanzas, pero, el elemento novedoso es “la igualdad”, esto es, “iguales ante todo, en particular ante la ley”.

El “amor a la Patria” se transforma en el sentimiento mayor que un republicano francés puede albergar en su alma. Cuando la Revolución empieza a tocar sus puntos más álgidos y el espíritu tumultuoso hace a aparecer a Jacobinos y Girondinos (junto a esa curiosa denominación de “izquierdas y derechas” que aún hoy, acaso erróneamente, persiste) figuras como Georges Danton, Jean Marat y Maximilien Robespierre, llenan de exordios brillantes las páginas de los debates en la tumultuaria Asamblea Nacional.

Jean Jaques Rousseau se cita y es citado con frecuencia: “…el amor a la Patria consiste, en definitiva, en el amor a las leyes y la libertad…”[17]…“…la “religión civil” (...) es el amor a las leyes el núcleo esencial de la actitud de los ciudadanos respecto a la república. (…) la santidad del contrato social y de las leyes... (…) amar sinceramente las leyes, la justicia y de inmolar su vida, llegado el caso…”[18]. Mientras una de tantas tardes, acaso entre gorros frigios y escarapelas tricolores,  Robespierre escribe “La república es la denominación general de todo tipo de gobierno de hombres libres que tienen una Patria.”[19]

“La Patria, el Pueblo y las Leyes”, junto a las virtudes republicanas clásicas la “Justicia, la Fortaleza, la Templanza”, añadidas a las nuevas consignas revolucionarias francesas, “Fraternidad e Igualdad” y, sobre todo “Libertad”, construyen el nuevo discurso revolucionario francés, que un giro sorprendente y sorpresivo, seguido de “tres años de terror”[20] convierten a la República Francesa en una República Clásica, dónde “aquel que muere por la Patria vive para siempre y el soldado se hace héroe”. Contrariamente, al otro lado del mar, en los nuevos Estados Unidos de América “vivir para vivir por la República es la consigna y el agricultor-comerciante es su héroe cotidiano”, es, reiteramos, la “República de la Sociedad Comercial”.

“Virtudes republicanas comerciales y comunes” versus “virtudes republicanas clásicas, heroicas, épicas”. Ambas hacen presencia en los predios de Hispanoamérica.  Antes, las segundas pasan por Haití, tal como lo vienen haciendo desde siempre lo huracanes estivales y trágicamente dividido por sus influencias, se debate entre la locura de una monarquía absoluta rediviva en las manos de Henri Christophe y las posibles bondades de una República en las manos de Alexandre Petión, constructo republicano que, por cierto, coquetea con las apetencias comerciales y las glorias de la épica patética. Mientras Haití se debate entre la vida y la muerte, recalan ambos conjuntos de virtudes en nuestros puertos continentales hispanoamericanos; calientan, por ejemplo, la mente del cura Hidalgo y Costilla, quien se desgañita en el Querétaro[21] mejicano, en medio del "dolor patrio" expresado entre "gritos de independencia"

En nuestras tierras venezolanas, han llegado desde hace rato, primero en los intentos “igualitarios” de José Leonardo Chirino[22] y José Andrés López del Rosario (el zambo Andresote)[23]; en los arrestos independentistas de Pedro Gual y José María España[24]; y finalmente, en los ejercicios teóricos y discursivos, entre otros pensadores, de Francisco Espejo, Juan Germán Roscio y Fernando Peñalver, para terminar en los encendidos discursos de quien, corridos los años, se convertirá en nuestro propio mito republicano: Simón Bolívar. En la sapiente pluma de Miguel José Sanz, lo hacen las ideas republicanas escocesas de Adam Ferguson y entre todos, esto es, en tal sincretismo, nace el “Republicanismo nuestro”, propio, una suerte de “Republicanismo autóctono” que definirá nuestra “República propia” y tendrá también apellido singular, devenida la degollina que nos proporcionó como resultado la inobjetable libertad: “el Republicanismo Bolivariano”.

Los avatares de la guerra, el sable desenvainado, el cañón humeante, la batalla y la lanza sanguinolenta, sepultan nuestro republicanismo cívico y, vistiéndolo de severa casaca y morrión, lo hacen épico, convirtiendo nuestra primera percepción republicana civil y civilista, en “República Clásica”, con los soldados de máximos héroes. Montado sobre el “albo” corcel de Simón Bolívar, “el bolivarianismo”, como lo denomina Luis Castro Leiva, es “…tal vez la variante ilustrada y particular del republicanismo clásico y del republicanismo cívico humanista que mayor alcance tenga para determinar nuestros criterios de membrecía política.” [25]

Así, nuestro “Republicanismo Bolivariano”, atravesado por el lenguaje político inicial de Aristóteles, abreva de diversas fuentes y sus lenguajes, tal y como lo hace saber Castro Leiva, quien ampliamente refiere:

“…no debemos inducir al equívoco de pensar que para discernir el significado y valor que han tenido nuestras murallas en la concepción de nuestras ideas políticas y morales, así como en la configuración de la manera de vivir nuestras vidas, bastaría con examinar el legado del aristotelismo como lenguaje político fundamental. Porque junto a ese lenguaje político también se nos han desvanecido de la memoria otros lenguajes políticos e idiomas cívicos que han surgido en la historia de cinco siglos de nuestro camino urbano y cultural. Estos otros lenguajes, a su vez, han hecho que el alcance que tendría todo ese pasado para pensar la idea de nuestras ciudades, y la idea de nosotros mismos, se transforme en una tarea mucho más exigente que la desprevenida ligereza que suele emplear nuestra cultura política a la hora de encarar la genealogía de la historia del pensamiento. Estos otros lenguajes políticos son los siguientes: el republicanismo clásico y sus idiomas particulares, v.g el humanismo cívico y el laicismo tomista; el de la sociedad comercial o de la economía política tal y como se conjuga, en formas diversas, por la Ilustración Escocesa, por la Ilustración Napolitana o “Indiana”, y finalmente el lenguaje de la Ciencia Política que bajo la forma de otros tantos idiomas se escribe a partir de la interpretación del Espíritu de las Leyes o del Federalista.”[26]

Nuestra República es, de tal manera, sincretismo de las ideas que un día pergeñasen Aristóteles y Platón en la antigua Grecia; Cicerón crease; relatasen propalasen e incrementasen Salustio, Polibio y Livio; renacidas en la Italia del quattrocento y fortalecidas en los verbos de Maquiavelo y Guicciardinni, entre otros grandes pensadores, decantadas en suma en el humanismo cívico;  atemperadas en los neorromanos ingleses y en la ilustración escocesa pero reafirmadas en su culto a la libertad; soliviantadas en la Francia revolucionaria; edulcoradas en el afán de comercio de los americanos del nuevo mundo inglés del norte; y aceradas  y ensangrentadas, en los campos de batalla de esta tierra, en buen número de cruentos combates por la conquista de la libertad. Simón Bolívar cierra el ciclo: su verbo expresado en cartas y proclamas, le agregan “lo patético, lo épico y lo heroico”.

El avance inmisericorde de un “liberalismo” surgido de las Cortes de Cadiz, a principios del siglo XIX, como simple mote[27] y, más tarde, devenido en “padre” de la libertad individual de comercio, surgida como consecuencia de la República de la Sociedad Comercial, junto al reventón de la sociedad europea preindustrial, a finales del siglo XVIII[28], van soterrando a la “República” como creación política, y la hace aparecer de sucesivo, en unos casos solo como “honrosa nominación” y avanzado el tiempo, como “hija natural del liberalismo”. Y hasta hoy hemos llegado a bordo de esa nao, una propia, con sus rasgos distintivos, mismos que describe Castro Leiva en los siguientes términos:

  “La severidad clásica del republicanismo de los romanos, impulsada por los romanos de Rousseau y por el jacobinismo, debidamente aguijoneado por las realidades de la guerra, asedió la idea de mercado de nuestras ciudades. La obsesión de una moral ciudadana celosa de las buenas costumbres, que veía siempre la corrupción del cuerpo político en ciernes (cosa que la educación cívica debía combatir mediante catequética masiva), y la idea de una conspiración interna y externa, que siempre harían aleatoria y endeble cualquier otra fuerza que no fuera la de las armas, hicieron que de aquella perversa unión se engendrara la idea de virtud romana como un remedo florentino. Por su parte, apenas ganado algún sosiego por efecto de las armas humeantes, y cuando prometían florecer la industriosidad y la riqueza de una Roma garante de civilidad y de la dulzura del intercambio y las permutas, la ciudad se encrespaba. Entonces los sables, los fusiles o los tanques se echaban a las calles para hacer la historia y poblarla de guerrillas, de partidas, de militares, de revolución y desde luego de proclamas y algunas veces de constituciones. Mediante un acentuado énfasis en la libertad de comercio mucha veces nuestro republicanismo pensó posible y realizable, entre nosotros, una síntesis que supera los días y las horas de inestabilidad y del vivere pericoloso de su pacto tácito con el salus populi suprema lex de cualquier asonada. Entonces se nos dijo, se nos decía, los desiertos se harán poblados y estos, ciudades, y la grandeza de la civilidad hará el resto con la barbarie menguante en retirada. Y así, en este proceso pendular, hemos ido viviendo tan bien o mal como se puede vivir la singularidad masiva de nuestra endémica inestabilidad política y moral en nuestras ciudades.”[29]





[1] “Como se sabe, el diálogo de la República es una descripción de la república ideal, que tiene como fin la realización de la justicia entendida como la atribución a cada cual de la tarea que le compete de acuerdo con las propias aptitudes. Esta república es una composición armónica y ordenada de tres clases de hombres: los gobernantes-filósofos, los guerreros y los que se dedican a los trabajos productivos.” Bobbio, Norberto, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político. FCE. México, 1987. Pág.21.
[2] “Ya que constitución y gobierno significan lo mismo y el órgano del gobierno es el poder soberano de la ciudad,  es necesario que el poder soberano sea ejercido por una persona o unos pocos o la mayoría. Cuando el uno, pocos o la mayoría ejercen el poder  en vista del interés general, entonces forzosamente esas constituciones serán rectas, mientras que serán desviaciones las que atiendan al interés particular de uno, de pocos o la mayoría…” Aristóteles , La Política, libro tercero. Cita textual en Bobbio…Op.Cit…Pág.34.
[3] “Conferida a Cicerón esta autoridad, los negocios de afuera los confió a Quinto Metelo, tomando él a su cargo el cuidado de la ciudad, para lo que andaba siempre guardado de tanta gente armada, que cuando bajaba a la plaza ocupaban la mayor parte de ella los que le iban acompañando. Catilina, no pudiendo sufrir tanta dilación, determinó pasar al ejército que tenía reunido Manlio, dejando orden a Marcio y a Cetego de que por la mañana temprano se fueran armados con espadas a casa de Cicerón como para saludarle, y arrojándose sobre él le quitaran la vida. Dio aviso a Cicerón de este intento Fulvia, una de las más ilustres matronas, yendo a su casa por la noche y previniéndole que se guardara de Cetego. Presentáronse aquellos al amanecer, y no habiéndoles dejado entrar, se enfadaron y empezaron a gritar delante de la puerta, con lo que se hicieron más sospechosos. Cicerón salió entonces de casa y convocó al Senado para el templo de Júpiter Ordenador, al que los Romanos llaman Estator, construido al principio de la Vía Sacra, como se va al Palacio. Pareció allí Catilina entre los demás como para justificarse, pero ninguno de los senadores quiso tomar asiento con él, sino que se mudaron de aquel escaño; habiendo empezado a hablar le interrumpieron, hasta que, levantándose Cicerón, le mandó salir de la ciudad, porque no usando el cónsul más que de palabras, y empleando él las armas, debían tener las murallas de por medio. Salió, pues, Catilina inmediatamente con trescientos hombres armados, haciéndose preceder de las fasces y las hachas, y llevando insignias enhiestas, como si ejerciera mando supremo, y se fue en busca de Manlio. Llegó a juntar unos veinte mil hombres, y recorrió las ciudades, seduciéndolas y excitándolas a la rebelión, por lo que, siendo ya cierta e indispensable la guerra, se dio orden a Antonio de que marchara a reducirle.” Plutarco, Vidas Paralelas. Recuperado de internet en http://www.imperivm.org/cont/textos/txt/plutarco_vidas-paralelas-tvi-ciceron.html. “Después del 70, ninguno de los tribunos de la plebe supieron usar con modestia su poder y sublevaron a la plebe suscitando la reacción de la factium nobilium. En este ambiente, encuentra soporte inicial el proyecto criminal de Catilina, hombre magna ui animi et corporis pero ingenio malo prauoque. Para Salustio el motor de esta historia es la índole corrupta de Catilina, que parece concentrar en él todos los vicios de los peores nobles, y no tanto las causas políticas y sociales que, sin duda, también influyen en ella…” Salustio, La conjuración de Catilina. La Guerra de Jugurta. Edición de Avelina Carrera de la Red. AKAL. Madrid, 2001. Pág.52.
[4] Respecto de la virtus para Salustio, Avelina Carrera de la Red hace la siguiente acotación cuando se refiere a la preocupación del historiador romano por el concepto en referencia: “La preocupación fundamental en sus trabajos es la virtus que recoge D.C Earl, incluye ingenium, egregia facinora, gloria, ejercicio de las bonae artes, industria, labor, fides, pudor y continentia. La virtus no está garantizada ni por nacimiento, ni por la actividad, ni por la clase social.” Salustio…Op.Cit…Pág.51.
[5]Macrobio formuló la idea de que el gobernante de la ciudad debía estar en posesión de las virtudes políticas clásicas: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. De hecho, en opinión de Cicerón, ostentar esas virtudes y ser capaz de ejercerlas era lo que hacía que un político fuese capaz de gobernar a una comunidad de hombres a los que unían ciertos principios de justicia.” Virolli, Maurizio, De la política a la razón de Estado. La adquisición y transformación del lenguaje político. (1250-1600). AKAL.  Madrid, 2009. Pág. 87.
[6]“Pero ahora la nobleza romana ha llegado a ser detestable, incompetente, venal y avariciosa. “¡Oh ciudad venal, a punto de perecer, si es que encuentra un comprador” exclama Jugurta al abandonar Roma en el 110…” Salustio…Op.Cit…Pág.49.
[7]El Humanismo Cívico florentino entendía la república como una comunidad de todos los hombres libres encaminada a la realización de todos los valores cívicos que tuvieran consistencia por sí mismos. Tal humanismo político, si quería establecerse de manera justa y estable, necesitaba un cuerpo de teoría constitucional que fuera también una filosofía. Pues bien, resultó que el único modelo disponible que se adaptara a tales exigencias era la teoría aristotélica de la polis y su estructura constitucional. De esta suerte, el aristotelismo político se convirtió en una referencia crucial para la empresa intelectual del humanismo cívico, en su pretensión de conferir universalidad y permanencia a la auténtica ciudadanía.”  J.G.A Pocock, The Maqavelian moment. Citado por el catedrático Alejandro Llano en su conferencia “El Humanismo Cívico y sus raíces aristotélicas”. Transcripción de las ponencias presentadas en la XXXVIII Reunión Filosófica de la Universidad de Navarra, titulada “La filosofía práctica de Arsitóteles”. 28 al 30 de abril de 1999. Navarra, España.
[8]Al márgen de que se considere su pecado o su mayor contribución a la cultura moderna, de lo que no parece caber duda alguna es de que Maquiavelo descartó el lenguaje republicano y nos dió una nueva forma de entender los fines y medios propios de la política. Se ha señalado que Maquiavelo, negando que la política fuese el arte de fundar o conservar una buena comunidad política, afirmaba que, puesto que con toda política se buscaba el poder, el buen “político” no podía ser ese “hombre bueno al que se referían los antiguos.” Virolli...Op.Cit. Pág.161.
[9] “...Guicciardini señala que el arte del Estado no puede consistir en unas cuantas reglas generales que puedan ser aplicadas por cualquier gobierno. El hombre de Estado debe imitar al médico prudente y experimentado que, antes de recomendar un tratamiento, analiza primero la naturaleza concreta de la enfermedad, estudiando cuidadosamente los humores del organismo. De otra forma, no podría prescribir correctamente tratamiento alguno, o no lo aplicaría a su debido tiempo, provocando la muerte del paciente en vez de su recuperación. El hombre de Estado prudente ha de tener en cuenta en primer lugar la naturaleza concreta de la ciudad; al fin y al cabo, un organismo complejo.” Virolli...Idem...Pág.174.
[10]Rechazando la acepción corriente derivada de Tácito y Maquiavelo, Botero explica que la razón de Estado no es más que el conocimento de los medios apropiados para establecer, conservar y ampliar un Estado, definido como “firme gobierno sobre el pueblo” (...) De los dos pilares del dominio principesco: el amor y la reputación, el más fiable es, sin duda, la reputación. Botero lo explica detalladamente en los dos libros De la reputación que añadió como suplemento a Della Ragion di Stato. La reputación surge como consecuencia del reconocimiento de una virtud extraordinaria que escapa a nuestrop entendimiento y nos lleva, por tanto, a pensar en ella una y otra vez (re-putare). Solo quienes son capaces de hacer grandes cosas se labran una reputación. Los mediocres pueden inspirar amor pero no tienen reputación (...) La razón de Estado, comenta Zucollo siguiendo a Botero, solo es el conocimiento de los medios más apropiados para conservar un régimen, sea este una república o una tiranía (...) La razón de Estado, concluye Zucollo, no es buena ni perversa. Puede enseñarnos tanto a comportarnos justa como injustamente, tanto a hacer lo correcto como lo erróneo. Gobernar de acuerdo con la Razón de Estado y ejercer la prudencia política es un talento sublime y poco frecuente...” Virolli...Ibid...Pág. 289,  Pág.292 y Pag. 312.

[11] Skinner, Quentin; La libertad antes del liberalismo. TAURUS. México, 2004. Págs. 11 y 20.
[12] “Puede llamarse feliz una  república donde aparece un hombre tan sabio que le da un conjunto de leyes, bajo las cuales cabe vivir seguramente sin necesidad de corregirlas. Esparta observó las suyas más de ochocientos años sin alterarlas y sin sufrir ningún trastorno peligroso (…) Las aspiraciones de los pueblos libres rara vez son nocivas a la libertad, porque nacen de la opresión o de la sospecha de ser oprimido y cuando este temor carece de fundamento hay el recurso de las asambleas, donde algún hombre honrado muestra en un discurso el error de la opinión popular. Los pueblos, dice Cicerón, aunque ignoran tus mentiras son capaces de comprender la verdad, y fácilmente ceden cuando la demuestra un hombre digno de fe (…) O se trata de una república dominadora, como Roma, o de una que solo quiere vivir independiente. En el primer caso tiene que hacerlo todo como Roma lo hizo, y en el segundo puede imitar a Venecia y Esparta…” Maquiavelo, Nicolás, Discursos sobre la primera década de Tito Livio.
[13]  Marco Tulio Cicerón. La República. Libro Tercero. Comentario de San Agustín. Recuperado de internet en 
https://www.google.co.ve/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=marco+tulio+ciceron+la+republica+pdf
[14] Skinner…Idem…Pág.23
[15] “There are appearances to authorize a supposition that the adventurous spirit, which distinguishes the commercial character of America, has already excited uneasy sensations in several of the maritime powers of Europe. They seem to be apprehensive of our too great interference in that carrying trade, which is the support of their navigation and the foundation of their naval strength.(…) If we continue united, we may counteract a policy so unfriendly to our prosperity in a variety of ways. By prohibitory regulations, extending, at the same time, throughout the States, we may oblige foreign countries to bid against each other, forthe privileges of our markets. This assertion will not appear chimerical to those who are able to appreciate the importance of the markets of three millions of people—increasing in rapidprogression, for the most part exclusively addicted to agriculture, and likely from local circumstances to remain so to any manufacturing nation; and the immense difference there would be to the trade and navigation of such a nation, between a direct communication in its own ships, and an indirect conveyance of its products and returns, to and from America, in the ships of another country. (…) An active commerce, an extensive navigation, and a flourishing marine would then be the offspring of moral and physical necessity. We might defy the little arts of the little politicians to control or vary the irresistible and unchangeable course of nature. (…) That unequaled spirit of enterprise, which signalizes the genius of the American merchants and navigators, and which is in itself an inexhaustible mine of national wealth, would be stifled and lost, and poverty and disgrace would overspread a country which, with wisdom, might make herself the admiration and envy of the world. (…) A unity of commercial, as well as political, interests, can only result from a unity of government.” The Federalist. The Utility of the Union in Respect to Commercial Relations and a Navy. For the Independent Journal. Hamilton.
[16] El incremento paulatino de la sociedad comercial inglesa preindustrial, en el siglo XVIII, va arropando, hasta sepultarlas, las viejas costumbres comunitarias agrarias británicas. Un especial resentimiento se incuba en el Highland escocés. Adam Smith y Adam Ferguson, son dos de los pensadores que asumen la defensa de las inveteradas formas de vida escocesas. La teoría neorromana de la república, según Skinner,  “…se utilizó para atacar a la oligarquía gobernante de la Inglaterra del siglo XVIII…”  Skinner… Op.Cit…Págs. 11  y 20. Acerca de la República afirma Ferguson: “Las repúblicas admiten una distinción muy importante, que ha sido señalada al dar la definición general entre democracia y aristocracia. En la primera el poder supremo permanece en manos del organismo colectivo. Cada puesto de magistrado, al ser nombrada esta autoridad, está a disposición de todos los ciudadanos, y en el ejercicio del poder se convierte en un ministro del pueblo, y es responsable ante él en todas las materias que le han sido confiadas.”  Adam Ferguson, Un ensayo sobre la Historia de la Sociedad Civil. Edimburgo, 1773. Sección Décima. (Sobre la Prosperidad Nacional). Falcón Veloz, Fernando, Adam Ferguson y el pensamiento ético y político de Miguel José Sanz: Notas para la reinterpretación del Semanario de Caracas (1810-1811). Revista Politeia. Nª 21. Instituto de Estudios Políticos. Universidad Central de Venezuela. 1998. Pp. 191-224. Pág.205.
[17] Rousseau, Juan Jacobo, El Contrato Social. Libro II. Capítulo 6. En Abellán, Joaquín, Sobre el concepto de “república” en las décadas finales del siglo XVIII. Recuperado de internet en http://pendientedemigracion.ucm.es/info/abellan/investigacion/historiapdf/republicanismo.pdf
[18] Rousseau, Juan Jacobo, El Contrato Social. Libro II. Capítulo 6. En Abellán, Joaquín, Sobre el concepto de “república” en las décadas finales del siglo XVIII. Recuperado de internet en http://pendientedemigracion.ucm.es/info/abellan/investigacion/historiapdf/republicanismo.pdf
[19] Cita textual de Maximilien Robespierre en Abellán…Op.Cit…Pág.5
[20] “La repubblica é una forma ideale di stato che si fonda sulla la virtú dei cittadinni e sull’amor di patria. Virtú e amor di patria erano gli ideale giacobini, a cui poi hanno aggiunto el terrore. La repubblica in realitá ha bisogno del terrore.” Bobbio, Norberto y Viroli, Maurizio,  Dialogo intorno alla repubblica. Recuperado de internet en https://www.google.co.ve/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=virolli+y+bobbio+dialogo+intorno+alla+repubblica&start=10
[21] 16 de septiembre de 1810. Grito de Dolores, inicio de la gesta emancipadora mexicana, liderada por el sacerdote católico Miguel Hidalgo y Costilla y los caballeros  Ignacio Allende y Juan Aldama.
[22] 10 de mayo de 1795, insurrección de esclavos e  indígenas, llevado en alas del igualitarismo, impulsado este último, además, por la “Ley de los Franceses”: Liberté, Fraternité, Ègalité…
[23] “Juan Andrés López del Rosario, conocido como Andresote, era un zambo rudo y valiente en la práctica de guerrillas volantes, que mantuvo en consternación a los españoles durante los tres primeros años de la tercera década del siglo XVIII. Andresote era un verdadero dirigente popular en la amplia zona comprendida entre los ríos Tocuyo, Aroa y Yaracuy. En jurisdicción de lo que hoy forma el Distrito Mora, este "negro café con leche" logró sublevar los cuatro cumbes enmarcados en el territorio que señalamos anteriormente. Según refiere el doctor Manuel Vicente Magallanes en su obra Aspectos Históricos del Estado Falcón, Andresote sublevó a los loangos libres que formaban una numerosa colonia de refugiados de Curazao, que habitaban las márgenes de los ríos Tocuyo y Aroa; a los negros que se encontraban entre el Aroa y el camino de San Nicolás y el río Yaracuy; y a los que poblaban el sector que va desde el río Yaracuy hasta Taria.” Recuperado de internet en http://venezuelamali.blogspot.com/2011/05/juan-andres-lopez-del-rosario-andresote.html
[24] Movimiento independentista iniciado en 1797 y que termina en la derrota de los conjurados el 8 de mayo de 1799.
[25] Castro Leiva, Luis, Lenguajes Republicanos. Vol.II. FUNDACIÓN POLAR-UCAB. Caracas, 2001. Pág.437
[26] Castro Leiva…Op.Cit…Págs. 452 y 453.
[27]El Doctor José Antonio Bernaldo de Quirós Mateo, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, nos hace saber acerca del origen de la voz “liberal”  como mote, citando el texto del Conde de Torreno, que data de 1835 que: “…apareció el vocablo liberal (entre septiembre y octubre de 1810, en los debates de la libertad de prensa)…” El mismo Doctor Quirós cita luego al escritor Eugenio Tapia, literato que afirma: “El público insensiblemente distinguió con el apellido de liberales a los que pertenecían al primero de los partidos, quizá porque empleaban a menudo en sus discursos la frase principios e ideas liberales…” El doctor Quirós termina citando a un tercer escritor, Agustín Arguelles, quien en 1834 denota la existencia del vocablo liberal, pero como opuesto al de servil; dice el  autor en referencia: “La frecuencia con que se usaba en las discusiones y debates la palabra liberal, no solo en su sentido lato, sino con especial para expresar todo lo que por su espíritu y tendencia conspiraba al establecimiento y consolidación de la libertad, excitó en la viva y amena fantasía de un escritor coetáneo la idea de usurpar aquel vocablo en una composición poética, tan picante como festiva, para señalar a los diputados que promovían las reformas, aplicando en contraposición el de servil a los que resistían.”  
Recuperado de internet en                                                                                                       http://www.ucm.es/info/especulo/numero24/servil.html
[28] “La pareja liberal/liberalidad cabalga en tensión entre su sentido moral y su resignificación política para calificar, describir y designar acciones políticas inscritas en el contexto general de debatir la libertad, igualdad política, división de poderes, libertad de imprenta, seguridad, propiedad, el gobierno representativo, democrático y federal; son éstas las que en los textos se denominan principios, designios o resoluciones liberales. El término liberal recorre el debate que estructura la creación del entramado institucional de una república, popular y federativa, que controle el abuso o el “terror pánico a la mano que despotiza a los pueblos”… (…) El adjetivo liberal y su sustantivo liberalidad se deslizan en Venezuela a través del lenguaje republicano: se habla el mismo lenguaje político pero declinado en “idiomas” distintos. Y es en el marco del republicanismo que se solapa el entramado institucional que después adscribirá la connotación política de liberal.”
Carole Curiel/Elena Plaza/ Carolina Guerrero/ Liberalismo-Venezuela. Pág.836-844. Diccionario Iberconceptos. Recuperado de internet en: http:// www.iberconceptos.net/diccionario-politico-y-social-del-mundo- iberoamericano.
[29] Castro Leiva…Ibid…Pág.490.