El “Gobierno-Maduro”: reflexiones empíricas
sobre su configuración política estructural. Acerca del “Maduriciliato” y otros “atos”…
El 8 de
diciembre del año 2012, el Presidente Hugo Chávez se dirige a la nación para
informarle de la imperiosa necesidad de someterse a una nueva intervención
quirúrgica con motivo de su ya conocida y grave dolencia. Aquella noche, el
Presidente Chávez hace una petición sentida a sus seguidores en los siguientes
términos:
“…el
compañero Nicolás Maduro, un hombre revolucionario a carta cabal, un hombre de
una gran experiencia, a pesar de su juventud; de una gran dedicación al
trabajo, una gran capacidad para el trabajo, para la conducción de grupos, para
manejar las situaciones más difíciles. Lo he visto, lo hemos visto (...) mi opinión firme, plena como la luna llena,
irrevocable, absoluta, total, es que —en ese escenario que obligaría a convocar
como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales— ustedes elijan
a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo
se los pido desde mi corazón”.[1]
La unción se
había completado. El problema de la “sucesión
carismática” había sido “resuelto”,
desde el mando, por el “líder carismático
dominador”[2].
Hubo varios aspectos interesantes en aquel acto. En primer lugar los “rostros de circunstancias”. Todo
parecía indicar que el Presidente Chávez ya habría conversado con quienes lo
acompañaban. Estaban allí precisamente las únicas cinco opciones que tenía para
ungir. El Ingeniero Rafael Ramírez Carreño, artífice y creador de la PDVSA “roja-rojita”, junto a la arquitectura
financiera de una “posible guerra
asimétrica de resistencia”. Elías Jaua Milano, sociólogo, atormentado desde
joven por las “rupturas ideológicas
conceptuales”, ex- Vicepresidente de la República, teórico de la revolución
y líder de los “ideólogos jóvenes”.
Jorge Arreaza Montserrat, yerno del Presidente, internacionalista, otro
ideólogo, también ministro y leal a Chávez desde sus inicios en la presidencia.
Y los dos más relevantes: a su diestra, Diosdado Cabello Rondón, militar de
corta data, licenciado inconcluso en computación, uno de sus “pupilos predilectos” en la Academia
Militar de Venezuela, dónde el Comandante Presidente fuese oficial de planta,
en la oportunidad de estarse formando Cabello. Y a su siniestra, Nicolás Maduro
Moros, quien siempre se autodenominó “chofer
de autobús”, líder sindical a medio terminar, en pareja con la abogada
Cilia Flores, ambos muy conocidos a lo interno del PSUV por sus “prestidigitaciones palaciegas” a los
fines de ir, cada vez más, ocupando espacios de poder en la retícula
oligárquica gobernante.
Desde nuestra
perspectiva muy particular, Chávez escogió a quien, en estricto apego a la
cadena de mando, le correspondía: Maduro era el Vicepresidente en funciones.
Pero además, contando con una milagrosa pero larga recuperación, Nicolás Maduro
hubiese sido un dócil segundo a quien indicarle que rumbo seguir, aun estando
fuera de la Presidencia de la República; ningún líder carismático dominador
tiene “un buen segundo capaz de
sustituirlo” porque la posible “sustitución”
no cabe en su mente; el segundo siempre será segundo y si intenta ser primero
sin su unción, cae. Pero en la eventualidad, bien posible por cierto, de la
muerte, Maduro era el único de los cinco con posibilidades de salir adelante
con un mínimo de conflictos políticos tanto internos como externos. Ramírez,
muy organizado y bueno en las lides de planificador, dueño de las “claves
financieras ocultas”, resultaba demasiado ambicioso de dinero, además, sin arrastre
popular de ningún tipo. Jaua, un teórico marxista a medio cocinar, tampoco se
había preocupado por “sembrar amistades”; muy por el contrario, tenía enemigos hasta en la base del partido. Arreaza,
serio y trabajador, tenía sin embargo una evidente falta de carácter; podía ser
un "caballo de tiro", pero jamás "un tigre". Y Cabello, el otro extremo, se había ido maleando
en el camino, organizando por una parte a sus propias “huestes militares” pero sembrando odios y venganzas por doquier,
así como “lealtades peligrosas” a
cambio de favores. No le quedaba más remedio y con ese voluntarismo
personalista propio de todo líder carismático dominador, expuso su convicción “plena como la luna llena”: Maduro debía
ser el Presidente.
Chávez murió
y Maduro se preparó para una elección, tal cual lo disponía la Constitución.
Todo hacía suponer que la emocionada convocatoria de Chávez, arrimaría su caudal
propio de votos al ungido. El Comandante Presidente tenía (los números parecían
indicarlo) un capital electoral montante en 2.8 millones de votos suguros, solos,
únicos de él, que le habían proporcionado triunfo tras triunfo electoral. Y el “chavismo jerárquico oficial” ahora sí,
de verdad, sin Chávez, supuso que la convocatoria postrera del Presidente,
arrimaría esos votos a Nicolás Maduro. No ocurrió así; Nicolás Maduro casi
pierde con el peor candidato de su contraparte política, con todo y más, eterno
“revolcado” por Hugo Chávez. Los
grupos de poder, que ya existían a lo interno del PSUV, se nuclearon más y
levantaron “barricadas” más altas,
distinguiéndose cada día, más nítidamente aquellas paredes casi infranqueables. Así las cosas, se convirtió aquel gobierno, llevado en años previos casi con exclusividad por el líder carismático, en un “gobierno
colegiado”, con un grupo pugnando por dominar y otros tratando de
sobrevivir, en medio de una constante urdiembre de intrigas, promovidas desde el
grupo que trataba de imponerse por todos los medios a su alcance,
incluyendo recompensas, ascensos, acomodos, prebendas y negocios variopintos, aprovechándose de su
condición de mando “constitucional” indiscutible:
el Madurociliato.
Y cabe
preguntarse ¿Qué definimos como Madurociliato?
Luego del 13 de abril de 2002, la pareja Maduro-Cilia, se convirtió en una “unidad estratégica de negocios públicos” que al inicio con
poca fuerza y gente, fue abriéndose camino hasta la “diestra del padre”. Luego la abogada Cilia Flores, con ocasión de
su Presidencia en la Asamblea Nacional, urdió una red de amigos-familiares-allegados-prebendados en la AN, que, entre otros, el dirigente
sindical psuvista venido a menos William Giménez, denunció en reiteradas
ocasiones y estimó, en valores relativos, en una cantidad superior al 80% de los
trabajadores de la AN. Quizás una
apreciación exagerada, da cuenta sin embargo de una conducta que hemos visto
reflejada en la cantidad de familiares por vía consanguínea de la “Primera Combatiente”, en cargos
públicos de importancia. A eso hay que añadir Ministros, Contralores,
Tesoreros, Magistrados y hasta Generales y Almirantes “amigos y colaboradores” que hoy por hoy son “fichas directas” del Madurociliato,
porque deben sus carreras y estabilidad laboral a la pareja presidencial.
De manera que
por Madurociliato entendemos al grupo de poder que protegido bajo la techumbre
de la pareja presidencial, han construido junto a ellos una red de
complicidades y negociados que sirven a propósito de la conservación de una
posición inexpugnable, así como de nódulos de información que permiten obtener,
como su nombre lo indica, información privilegiada de sus contrapartes
internas, de cara al manejo de los conflictos políticos propios de toda “oligarquía
de hierro” existente en una organización política (Mitchel). El Madurociliato además tiene su propia
agenda, sus propios informantes y sus maneras particulares de proceder. Sin ser
el más grande “ato” del chavismo, se
hace, cada día que pasa, más potente. El Madurociliato
es el titular más poderoso de “la tiranía”,
tal y como la hemos definido en este trabajo,
sin que ello signifique que esta, “la
tiranía”, no sea una “tiranía
colegiada”.
El contrapeso
del Maduricialiato es el Cabellato. Liderado por Diosdado Cabello
Rondón, Primer Vicepresidente del PSUV y, por ende, “segundo” de Nicolás Maduro en el partido, no es más que un “segundo de forma” porque de fondo,
Cabello controla el partido, a las UBCH (Unidades de Batalla Bolívar Chávez),
un aparato de propaganda, seguidores, espalderos y sigüises, que monta más de
un millón trescientas mil personas. Acaso como Ernest Rhöm en su momento en la
Alemania nazi y con las SA, Cabello tiene en sus manos el poder de la
movilización del PSUV. También controla a su propia “logia militar” y tiene un ascendiente indiscutible sobre buena
parte de su propia promoción, al haber sido el Alferéz Auxiliar[3]
en ella. Cabello ha tejido una retícula oligárquica a semejanza de Chávez, a
partir de la construcción intencionada e inicial de su propia “célula pentagonal de poder[4]”.
El Cabellato, también ejerce y con particular
vesania, parte de la titularidad de la “tiranía
colegiada”. Sin duda deben existir más “atos”
dado el fraccionalismo y atomización que caracteriza los movimientos políticos creados por el
voluntarismo personalista de un líder carismático dominador, cuando este desaparece. Sin
embargo, su presencia es intrascendente para este trabajo.
CONCLUSIÓN
Por todo lo
anteriormente expuesto nos permitimos concluir que, desde la definición
instrumental creada por nosotros en este muy breve intento de caracterización,
el “Gobierno-Maduro” configura una
tiranía, porque habiendo creado las leyes (algunas de ellas exhibidas como “legado supremo y eterno”), las viola,
las destruye y las ignora, además con la certeza de la impunidad. Se lleva por
delante sus propios sistemas de administración e incluso sus propias
instituciones. Por otra parte, no es una tiranía ejercida a título personal; se
trata de una “tiranía colectiva y
colegiada” que ejerce el poder según el balance (positivo o negativo) de
sus propios intereses, pudiendo llegar al ejercicio de la arbitrariedad por
encima del contenido de las leyes, cualesquiera que estas sean.
La titularidad
de la tiranía reposa en varios grupos de poder al interior tanto del “Gobierno-Maduro” como de las
estructuras políticas que lo rodean, distinguiéndose entre ellos aquel formado
por la pareja presidencial venezolana y que definimos como Madurociliato y aquel
dirigido por Diosdado Cabello Rondón, primer Vicepresidente del PSUV y actual
diputado a la Asamblea Nacional. Como hemos acotado, pudieran
existir más “atos” pero a los fines
de este intento de caracterización, no resulta trascendente su mención.
Quien sabe, en el mundo de los fenómenos macroscópicos, los
eventos de la realidad son susceptibles de percepción, análisis y emisión de
ciertas conclusiones; en el mundo cuántico no sabemos aún cuantos fenómenos son
posibles. Acaso la Macumba cubana, hace parte de alguna clase de manejo en el
mundo cuántico. Si así fuese, hacemos votos porque Raúl se marche pronto a esa
dimensión y se lleve con él lo que de su parte depende en otras tierras.
[1]
Recuperado de internet en http://www.albatv.org/8-de-diciembre-Dia-de-Patria-amor.html.
Las negrillas son nuestras.
[2]
En su texto “Sociología del Poder”
Max Weber define al líder carismático y refiere que uno de los grandes
problemas de las organizaciones humanas bajo la égida de aquel, es la sucesión
cuando el líder desaparece, se retira, muere en combate o de muerte natural. La
“unción en vida”, es el mecanismo más
adecuado para evitar los conflictos de poder que inevitablemente se presentarán
con la desaparición de líder carismático, porque está manifestando su “sagrada voluntad”, sentencia
inapelable, indiscutible y aceptada como “legado
pétreo”.
[3]
Para quienes no conocen o conocen muy poco del tema militar, el Alférez
Auxiliar de una Curso Militar, el último año de formación profesional, equivale
al mejor segundo cadete de toda la institución, con una combinación del
rendimiento académico más aventajado, espíritu militar y de cuerpo, así como
conducta irreprochable.
[4]
La “célula pentagonal de poder” es un
concepto propio y la hemos utilizado en varios de nuestras
propuestas metodológicas como categoría descriptiva. Tenemos un trabajo con ese nombre que
puede hallarse en internet solo colocando “La célula pentagonal de Poder” en
cualquier buscador.
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