17 de junio de 2017

Construcción republicana en los discursos de los líderes carismáticos del siglo XX venezolano. Los líderes carismáticos y los líderes menores. La condición “estatuaria” de la República. El camino inevitable hacia el gobierno liberal.

"Libertad, valor, templanza, justicia y fortaleza; honor; igualdad y fraternidad". "Pueblo, como un todo y todos para todos”. "Amor a las leyes y a los magistrados; frugalidad, seriedad, virilidad; heroísmo". "La Patria: morir por ella..." Todos los conceptos anteriores hacen parte esencial del discurso político venezolano; venidos del siglo XIX, al originarse en la gesta emancipadora, son nutridos a lo largo de nuestras revoluciones decimonónicas, para decantarse al fin en los siglos XX y XXI. Son conceptos republicanos por derecho propio, todos apelando a la base esencial de “la República” como creación política: “la pasión”.

El alma encendida de “pasión patria”, que construye colectivos humanos para el bien común, bajo el imperio de la ley; la “República”, como ninguna otra creación equivalente, apunta a los “sentimientos” humanos. El liberalismo se centra en el ejercicio de la libertad individual: “soy libre antes que cualquier otro”. En el liberalismo, el colectivo es la simple suma de las voluntades individuales; el republicanismo, por el contrario, es el encendido deseo de un “todo” que más que las partes, logra grandes epopeyas gracias a un sentir “común”: el amor a  la Patria[1].

La Patria que “nos” vio nacer; que recoge nuestras vivencias más sentidas; la Patria que al final, tal y como lo hizo con nuestros ancestros, recogerá en su seno nuestros restos mortales, haciendo de sí y en sí misma, nuestra última sustancia vital. La Patria es la esencia del sacrificio máximo porque “…quien da todo por la Patria, nada pierde y gana todo cuanto le consagra…”[2]

Los auténticos protagonistas de la pasión-patria, los republicanos puros no son individuos comunes. Sobre ese particular hace saber Castro Leiva:

“Héroes impolutos, poderosos, ángeles exterminadores de vicios, jinetes de la pulcritud de las costumbres. Tanto celo, tanta devoción sentimental de manera insensible conducen a este radicalismo a la aceptación de otras relaciones, pasiones y acciones adicionales en nuestra buena sustancia republicana. Así purificado el practicante en las virtudes se hace la norma en la vida activa, de participación religiosa que requiere esta búsqueda del bien.”[3]

Una suerte de "ciudadano virtuoso", quien además tiene como tarea fundamental la búsqueda  del “bien común”, “bien” que pudiese ser equiparado al concepto de “vida buena” de Aristóteles[4]. Existen virtudes republicanas para el tiempo de paz y virtudes republicanas (exacerbadas) en los repúblicos, para los tiempos de beligerancia. Castro Leiva acota al respecto:

“Desde la perspectiva de la acción, el sujeto revolucionario concibe la virtud como forma de la voluntad. Ser virtuoso en el hacer de la revolución significa ser héroe. Esta heroicidad vive del afán de la gloria y de la “liberalidad” de sentimientos. De la magnanimidad o entrega total a la causa de la revolución. En ese escenario estético, ético y retórico, solo el sacrificio o la muerte persuaden absolutamente. Ser virtuoso durante la tranquilidad de la república significa ser fraternal, moderado, frugal, severo, prudente, viril, enemigo del lujo y de la afeminación de las costumbres.” [5]

De manera que el doble enfoque, el de “la revolución” o sus etapas previas y el de la “paz republicana” implica actitudes distintivas: la guerra, a la propensión al máximo sacrificio; la paz, a la integridad máxima como individuo. En cualquier caso: “el republicano encarna al luchador excelso por las causas justas”. La apelación a “Republicano” (Repúblico) sugiere automáticamente la asociación a héroes íntegros y sacrificados por el bien de la Patria, un tipo de individuo que se merece, más que ningún otro, el título de “ciudadano”; y aquel de “conciudadano”, solo los “igualados” por el mismo sentido de entrega y sacrificio.

Así las cosas, para cuando amanecemos al siglo XX, la sombra del Positivismo en ciernes aporta al “Republicanismo Bolivariano” un nuevo vocablo: “el progreso”. Ese “progreso” comtiano solo posible en el contexto del “orden”[6], para que “…hombres de trabajo disfruten de la paz y los frutos de sus industrias...”[7].

En sentido contrario, el Republicanismo viene soportando el ataque transversal de un nuevo lenguaje, nacido del fondo filosófico germano de las postrimerías del siglo XIX, en el contexto influyente de la Revolución Industrial y parido luego, “a sangre y fuego”,  al amanecer del XX, en una versión práctica de raigambre eslava: “el lenguaje Marxista”.[8]

El “lenguaje Marxista” parece infiltrarse en el republicanismo bolivariano por la vía de las virtudes y de los valores republicanos. “La Libertad, la Igualdad y la Patria; la frugalidad, el valor, la justicia y la templanza”. "Solo el marxismo libera, porque revierte la explotación del hombre por el hombre, en tal sentido, al acabar con los patronos y los latifundistas, iguala y al pensar en el bien común, solo el marxismo construye Patria...”. Los gobernantes positivistas y liberales, no son “frugales”, tampoco son justos y, además, son cobardes: los hechos así lo respaldan. Los comportamientos de Cipriano Castro y Juan V. Gómez son pruebas palmarias de ello[9]. Finalmente, los marxistas hacen “suyos” los héroes de la Patria y denuncian como “beatón” el patriotismo de los gobernantes, a quienes acusan de abusar de los “valores y figuras” patrias en su propio beneficio político. Su contraparte los acusa de “anti bolivarianos y antinacionalistas”[10]. De manera que se continúa viendo, en el discurso político venezolano (aún hoy en nuestros días), una disputa vehemente entre los factores confrontados en la pugna interpartidaria, por la “posesión exclusiva” de las "virtudes, valores y héroes republicanos de nuestra historia patria".

La República (y su bien) es la única creación posible y solo el camino que muestra cada parte en confrontación, senda exclusiva para su construcción. Las sucesivas Constituciones del siglo XX hablarán de Repúblicas, de la división de poderes, de “representatividad y responsabilidad”[11]; se hará, por otra parte, mención permanente a “la libertad de industria y comercio”[12], unido a parchazos al “bien común republicano”; se ensalzará ad nauseam a la propiedad privada e individual, un resabio liberal indiscutible, junto a la expresión del libre comercio, originado en la República de la Sociedad Comercial estadounidense, trocado luego en principio esencial del ejercicio de la propia libertad individual liberal, al concebirse el disfrute y despliegue de las libertades creativas e industriosas del ser humano, asociadas al comercio, como demostraciones palmarias de su par liberal. En suma: serán exquisitas mezclas en algunas ocasiones, mezclotes vulgares en otros, de “republicanismo retórico” con “liberalismo en la acción”; “republicanismo retórico” que servirá al propósito de apelar a “la pasión para la acción”, y al exordio emocionado que desde “la pasión”, sirva al propósito de construir “la convicción” o alguna suerte de ella.

La presencia del líder carismático[13] en el devenir del sistema político venezolano (desde que podemos hacer uso de tan complejo concepto político) resulta moto esencial para entender su marcha, desde nuestra muy particular manera de aproximarnos a la historia política nacional.

Siete, como los brazos del Cuerno de David[14], planteamos son los líderes carismáticos[15] que han signado la historia política criolla en los últimos doscientos años. Simón Bolívar, José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Rómulo Betancourt y Hugo Chávez, son los hacedores, con sus pensamientos exclamados a viva voz, en su discurso político y las acciones concretas derivadas,  de la Venezuela que fue, es y parece seguirá siendo, al menos en los años por venir, sin atrevernos a determinar con exactitud el tracto temporal de la locución “por venir”.

La presencia de cada uno de esos líderes carismáticos ha dejado tras de sí una categoría de sujetos que aquí nos atrevemos a definir como “líderes menores”, entendiendo como tales a aquellos líderes que heredando del líder carismático, mando y poder, bien sea por su creación institucional, bien sea por su “unción”, terminasen en posición preeminente, pudiendo llegar a conservar la construcción institucional y/o política primaria, reforzándola incluso en función de sus propios intereses o perdiéndola y, por consecuencia, perdiéndose, al no poder reproducir las cualidades del líder carismático de cual devienen.

Como evidencia empírica, baste citar un conjunto interesante de casos; en el caso del General José Antonio Páez, líder carismático guerrero, supremo héroe de la guerra de independencia, venido al poder nacional gracias al fracaso de la Gran Colombia, devienen como líderes menores que se crecen en la construcción institucional derivada, por ejemplo, el General Carlos Soublette o los hermanos Generales José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas. En el caso del General Antonio Guzmán Blanco, líder carismático que deviene de la muerte del conservadurismo paecista, derivan (de él) el General Francisco Linares Alcántara y los Doctores Raimundo Adueza Palacios o Juan Pablo Rojas Paúl en el mismo sentido que lo hiciesen quienes devinieron del Centauro de los Llanos; no así, en el caso del General Joaquín Crespo, líder menor de Guzmán, quien pasa el testigo al General Ignacio Andrade, también de la menoridad del Guzmanato; Andrade releva a Crespo, por voluntad de este último y sin embargo pierde y se pierde en la declinación mortal del liberalismo amarillo.

Respecto del General Juan Vicente Gómez, lider carismático que inicia junto al General Cipriano Castro[16], el siglo XX venezolano, pudiésemos derivar a  los Generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, supervivientes inmancables como resultado del mantenimiento del constructo institucional, misma que pudiera extenderse y justificar más adelante el origen del General Marcos Pérez Jiménez.

En los tiempos de la democracia de partidos, Rómulo Betancourt Bello asume la condición del líder carismático indiscutible; los presidentes de la era democrática, en particular militantes de AD, líderes menores derivados de su presencia; el Doctor Rafael Caldera, es un producto evidente de la construcción institucional de Betancourt.
Ambas categorías de líderes, mayores y menores, han entonado el cántico que les impone el lenguaje republicano bolivariano, en su versión “demo-liberal” o en su versión “marxista-socialista-revolucionaria”.

Así las cosas, a lo largo de dos centurias, hemos visto y oído hablar de “Repúblicas”; del “interés de la República”; de “moral republicana”; de “ciudadanos virtuosos” de “repúblicos”; de ofrecimientos emocionados al  “…máximo sacrificio por la Patria”. También de “Libertad” y de “Libertades”;Libertad de Cultos”, “Libertad de Expresión”, “Libertad de Ideas”; pero también “Libertad de Comercio”, “Libertad de Industrias”, “Libertad de Lucro…”[17]

En otro orden de ideas, un viento de suprema igualdad ha soplado con fuerza cada vez que nuestros líderes carismáticos han hecho uso del púlpito de la encendida opinión; “…somos iguales ante la ley…” “…obreros y estudiantes somos iguales. Los banqueros y comerciantes al servicio del régimen, no…”[18] “La vida de la república reclama nuestro sacrificio y el castigo de aquellos al servicio del régimen…”[19]  según sea el bando que ocupen alternativamente.

Vemos entonces que de estar en un bando de lucha, de confrontación, el orador hace uso del discurso republicano porque este  apela, esencialmente, a la pasión, es decir, siempre con sentido de “acción” desde la “pasión”[20]Cuando se está en el poder, el discurso republicano se atenúa y se troca en parla institucional, con tendencia al ejercicio supremo de las “libertades liberales” y con una acción concreta dirigida al mantenimiento del “orden”[21].

La República pura, de “civismo activo”, como la llama Castro Leiva, se troca en “República Retórica”, destinada al ornato del discurso, a la loa de ocasión, a la oportunidad del templete festivo; la acción discursiva en la “acción”, se hace “liberal” y la “protección de la industria y el comercio” acción fundamental de gobierno.

La República adquiere entonces condición “estatuaria”; se hace monumento construido y levantado a las glorias del pasado; se convierte en ofrenda floral en el panteón de los héroes; bandera al viento en las fechas patrias; saludo militar ante el fuego eterno de la tumba del soldado desconocido; lágrima furtiva por algún recuerdo propio; apretón de manos a la viuda del compañero caído; recuerdo, discurso y evocación. Se transmuta así en pieza broncínea que al sol, queda sometida impertérrita a las inclemencias del tiempo, sin otra utilidad que la de honrar el pasado e irremediablemente destinada al requiebro impío de postrimerías de alguna desprevenida ave de paso.

Así “la República”, en su largo viaje desde la antigua Grecia, pasando por las glorias romanas, vestida de egregio humanismo renacentista, bañada luego en las frías playas de una inglesa guerra civil; en el reclamo comunitario del Highland escocés; en la visión de comercio de las trece colonias norteamericanas; en la negritud confundida de una Haití preñada de igualitarismo; tocada de gorro frigio, senos casi al aire y bayoneta en mano, de una revolucionaria Francia; y finalmente, tiznada de carbón, pólvora y sangre en nuestros campos de batalla, termina su camino hoy en nuestra tierra de gracia, convertida solo en palabras, versos y evocación. Discurso de ocasión, propio al dicterio, cuando la estabilidad en el poder se ve en peligro; panegírico de oportunidad en quien, al sentirse en peligro por sus acciones, en los difíciles intercursos de la pugna interpartidaria, apela a sus “virtudes”, ora para defenderse, ora para atacar a sus perseguidores.

Desde otra ruta, “el liberalismo”, al propender a la defensa de la libertad individual a todo trance, consigue en su camino “interpretes” quienes, desde la ciencia económica, consiguen suelo propicio en sus contenidos para sembrar la semilla de una madreselva conceptual  y luego subsumirlo al ejercicio exclusivo de la libertad individual para “producir y comerciar”, al punto de hacerlo coincidir, en algunos casos, con “el utilitarismo y su racionalidad económica”.

Por otra parte, la “República de la Sociedad Comercial”, favorece estas argumentaciones de hecho y de derecho, siendo fagocitada por “el liberalismo”, entendido desde su perspectiva exclusivamente económica, y desprovisto de su contenido político, contenido por el que pugnan hoy día únicamente los entendidos y los filósofos políticos. Así, la acción de gobierno se hace “liberal”, por los arrestos y las obligaciones derivadas del “texto y el contexto”, al convertirse el liberalismo y como ya dijésemos, en suerte de “padre natural de nuestra República” o, acaso, “padrastro obligado” de nuestras concepciones republicanas contemporáneas.¡Malo mori quam foedari…!





[1] ”Es el amor a la Patria que produce en las repúblicas aquel conjunto de cualidades que llamamos costumbres. Si no puede existir república alguna sin virtudes, ninguna virtud hay sin costumbres.” Francisco Espejo en Castro Leiva. Lenguajes Republicanos. Castro Leiva…Ibid…Pág.413. “El amor a la Patria purifica los corazones, corrobora la virtud fija y asegura la independencia del universo: él solo produce héroes y los grandes hombres, y con él se puede todo.” Pedro Grasses, Máximas Republicanas, en Castro Leiva. Castro Leiva…ibid…Pág.622.
[2] Paráfrasis de cita del Libertador Simón Bolívar, en carta de fecha 10 de septiembre de 1815. La cita textual es la siguiente: “El que abandona todo por ser útil a su Patria,  no pierde nada y gana cuanto le consagra.”
[3] Castro Leiva…Ibid….Págs. 620 y 623.
[4] “Puede decirse que hay un objetivo, tanto para cada uno en particular como para todos en común, a la vista del cual elegimos o evitamos. Se trata, en suma, de la felicidad y de sus componentes. (…) Sea, pues, la felicidad prosperidad unida a la excelencia o suficiencia de medios de vida, o la vida más agradable acompañada de seguridad o plenitud de propiedades y del cuerpo asistida de la capacidad de salvaguardarlos y de usarlos, pues puede decirse que todos coinciden en que la felicidad consiste en una o más de esas cosas.” Aristóteles, Retórica. CLASICOS DE GRECIA Y ROMA. ALIANZA. Madrid, 2007. Pág.71. “Cuando llegamos al final y a la asociación perfecta, formada por la reunión de diversos pueblos, ya hemos alcanzado la polis – una asociación de la que podríamos decir que ha alcanzado la plena autosuficiencia; o mejor, para hablar con más exactitud, podemos decir que mientras está en crecimiento lo hace en función del mero vivir (y por tanto en esa fase y ese estado de crecimiento háyase aún ubicado en un estadio anterior al de su autosuficiencia), y existe (una vez alcanzada la plenitud) en virtud de una vida buena (y por ello se hace autosuficiente).” Aristóteles. La Política, Libro I, citado por Castro Leiva. Castro Leiva…Ibid…Pág.602.
[5] Castro Leiva…ibid…Pág.187.
[6] Tal y como Comte plantea, el progreso debe cederle paso al orden, mientras la construcción del camino hacia el destino se culmina; además han de surgir en las mentes de aquellos hombres, interrogantes inquietantes y angustiosas ¿Puede un pueblo como el nuestro asumir su propio destino en una democracia plena? ¿Cómo?  Si resulta un hecho cierto que el mismo Augusto Comte en su Francia natal afirma que “…la democracia es el peor de los regímenes al ser un sistema político dónde todos tienen el poder, nadie obedece y, lo peor, no existe quien asuma la responsabilidad…”. “Comte cree que su misión intelectual es que la política entre en el estado positivo, es decir, esté fundada en la observación que descubre constantes, formula leyes y describe la organización única y necesaria (científica) de la sociedad. Solo una sociología o física social puede ser hoy la base de la reorganización de las sociedades modernas. La sociología nos descubre dos motores de la historia: el orden (condiciones de existencia de una sociedad) y el progreso (condiciones de su evolución). La ciencia política positiva tiene el objetivo de recuperar el principio de orden de la doctrina “orgánica”, pero depurado de nociones sobrenaturales, y el principio de progreso de la doctrina “ilustrada”, pero depurado de nociones metafísicas (…) decimos que si Comte aspiraba a un equilibrio entre el orden y el progreso, es evidente que en la sociedad positiva que preconiza, el orden triunfa sobre el progreso.” Prieto, Fernando; Manual de Historia de las Teorías Políticas. UNION EDITORIAL. Madrid, 1973. Pág.776.
[7] “Hace algún tiempo que nuestra Patria oscila entre dos extremos: la tiranía oficial y la intolerancia de los partidos políticos. Esos extremos nos han llevado siempre a la muerte de las libertades, a la guerra civil, y a la desolación de la República: males terribles que pueden curarse radicalmente en el actual momento histórico...(…) A ustedes tocará la envidiable dicha de extinguir para siempre las guerras civiles, de crear la atmósfera de la tolerancia, de fundar el respeto entre los partidos, de acrecentar el buen trato entre los hombres, de robustecer el imperio de la ley, de abrir corrientes del trabajo, de impulsar las productoras industrias, de guiar a la prensa periódica por derroteros de luz y de llevar, en fin, a Venezuela a igualarse con sus hermanas del Continente en vida civilizada y progresos de todo linaje.” Salazar Martínez, Francisco; Tiempo de compadres. LIBRERÍA PIÑANGO. Caracas, 1972. Págs.156 y 157.
[8] “El tercer y último elemento a disposición interpretativa de la viabilidad de la metáfora está constituido por el surgimiento y expansión del marxismo en Venezuela y América Latina (…) Desde un comienzo ha estado debatiéndose el marxismo emergente (no como “ideario” secretado abstractamente) dentro del espacio retórico-persuasivo dejado en consignación intelectual en el domicilio de la conciencia epistemológica de los “intelectuales” positivistas por una parte, y dentro de la conciencia colectiva del “patriotismo popular” (ilustrado, liberal, republicano y por ello patético) y su culto a los héroes, v.g Simón Bolívar, por la otra. Inicialmente los nuevos “intelectuales” sucumben al encanto de la guerra contra la metáfora, propia de la asepsia estilística de la simplicidad de la ciencia. El legalismo causal universal, la fuerza de la necesidad y el encanto del determinismo hacen de los procesos sociales, políticos e históricos, un sucesivo y progresivo suceder de cambios.” Castro Leiva…Ibid…Pág.77.
[9] “El “chácharo” se vino con los  60 de El Cabito y el resto abandonó la tierra para colmar “sagradas” y “jefaturas civiles”, después del 19 de diciembre de 1908.” Rómulo Betancourt citado por Germán Carrera Damas. Rómulo Histórico. Ensayo preliminar. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2010. Pág.37. “…el triunfo de la revolución, o de la acción cualquiera que termine con el régimen de Gómez, nos hallaría profesando la tesis simplista y antisociológica de que la” zamarrería” y la “ausencia de fronteras morales” en aquél explican y justifican el cuarto de siglo de rehabilitación” Rómulo Betancourt. Plan de Barranquilla. 31 de marzo de 1931. Suárez Figueroa, Naudy, Selección de escritos políticos 1929-1981. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág.47. 
[10]A la gente de ORVE se le sindica por su militante posición de izquierdas entre las interesadas, según el arbitrario decir de quienes militan en la trinchera opuesta, en arrancar del corazón venezolano la admiración por la vida y la obra de Simón Bolívar. (…) Somos bolivarianos, en el sentido de que vemos en el Libertador el símbolo más cabal de la nacionalidad y en su acción sin desmayos una norma obligadora de nuestra propia acción. (…) Más no practicamos ese bolivarianismo superficial y beatón que consiste en considerar que las formas político-sociales preconizadas por el grande hombre son valederas para todos los tiempos.” Rómulo Betancourt. Ubicación histórica del Libertador. Semanario Orve. Nº36. 17 de diciembre 1936. Suárez Figueroa…Op.Cit…Pág.91 y 93
[11] “Art.13. El gobierno de los Estados Unidos de Venezuela y de cada uno de los Estados de la Unión, es y será siempre republicano, federal, democrático, efectivo, representativo, responsable y alternativo.” Constitución de los Estados Unidos de Venezuela. 1931 y 1936. “Declaración Preliminar. (…) con el nombre de República de Venezuela, que se rige por los principios de Gobierno Federal, Democrático, Efectivo, Representativo, Responsable y Alternativo y que es libre de toda dominación o protección extranjera…” Constitución de la República de Venezuela. 1953. “Art. 3. El gobierno de la República de Venezuela es y será siempre democrático, representativo, responsable y alternativo.” Constitución de la República de Venezuela. 1961. “Art.6. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables.” Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 1999.
[12]El principio de la propiedad privada y la promoción de la industria y el comercio se consagra de manera uniforme en, al menos, las cuatro constituciones antes referidas, redactados en  términos de “promoción”, “derechos económicos” , “…ocupación productiva…”, “…desarrollo de las artes y el comercio…” .
[13] Entendemos por “lider carismático” al definido por Max Weber como aquel poseedor del “carisma” como cualidad. Dice Weber: “Llamamos “carisma” a la cualidad de una persona individual considerada como una cualidad extraordinaria (…) Por esta cualidad se considera que la persona que la posee está dotada de fuerzas o propiedades extraordinarias, no accesibles a cualquier persona  o que es una persona enviada por Dios o una persona modélica y que, por lo tanto, es un “líder” Weber, Max; Sociología del Poder. ALIANZA. Madrid, 2007; Pág.113.
[14] “…de fuerza o poder político (porque los cuernos de un animal eran símbolo de su fuerza; Sal. 132:17, literalmente "Cuerno de David"; Jer. 48:25, literalmente "Cuerno de Moab"). En el simbolismo profético, los cuernos representan reyes, reinos u otros poderes.” Diccionario Bíblico Cristiano Gratis - Concordancia Bíblica Online - Significado o definición de Cuerno.
[15] Los líderes carismáticos y fuertes están dotados de extraordinarias cualidades congénitas, muy por encima de la generalidad. Por esos atributos se les identifica como capaces de realizar diversas proezas. Sólo el líder carismático tiene la capacidad de superar el conservadurismo que produce la organización y de soliviantar a las masas en apoyo de grandes cosas, tiene una profunda fe en sí mismo, producto de un pasado de luchas victoriosas que lo hacen tener conciencia de sus aptitudes….” Robert Michels en  Antonio Bolivar Meza. La Teoría de las élites. Pareto, Mosca y Michels.ITZAPALAPA. Pág.401.
[16]Es posible argumentar que el general Juan V. Gómez no ofrece la oportunidad, a título personal, de ser considerado “líder carismático”. El “histrionismo” del general Cipriano Castro es posible que opaque esa opción; acaso sirva un ejercicio comparativo, para probar nuestra opinión sobre el particular. Dice Max Weber que líder carismático es aquel dotado de “… una cualidad extraordinaria…” y que por esta cualidad “…se considera que la persona que la posee está dotada de fuerzas o propiedades extraordinarias, no accesibles a cualquier persona  o que es una persona enviada por Dios o una persona modélica y que, por lo tanto, es un “líder”…” La cualidades extraordinarias que consideramos poseía Gómez, acaso, de nuevo, las necesarias para ese difícil período de la historia nacional,  distan con mucho de ser virtudes, pero sin duda resultaban cualidades para un líder del momento. Francisco Segundo Alcántara dice del general Gómez “No bebía, no danzaba, no gritaba. Era mujeriego e implacable. Y mucho, pero mucho, avaro de tierras de oro y de poder. Este era su pecado capital.” Es posible que estas particulares características que menciona Alcántara, disten con mucho de la “cualidad extraordinaria”  que podría asignársele a un líder carismático, bajo el espectro moral de las virtudes republicanas, pero ¿No serían acaso esas “cualidades” de poco o casi ningún valor moral, las que permitiesen a Gómez pacificar un país díscolo y calenturiento, luego de casi una centuria de guerra intestina y encauzarlo a lo que fue después?¿Cómo puede un hombre sin “cualidades extraordinarias” conservar el poder por veintisiete años?¿No surgió de él acaso una sociedad cómplice pero organizada? Representan las respuestas a esas interrogantes, un estudio particular que escapa al alcance de estas líneas. Pero son sus solas conjeturas, las que nos permitimos utilizar para calificar a Gómez de carismático líder. La cita de Alcántara fue extraída de su libro titulado “La Aclamación (1906). La Conjura (1907). La Reacción (1908)”, editado por la Librería Europa, en 1958. El texto en referencia corre inserto en la página número 80.
[17] Como testimonios de estas menciones republicanas, hemos tomado textos de varios documentos de cuatro de quienes proponemos representan los siete líderes carismáticos venezolanos. Así, respecto de Simón Bolívar, en su vehemente defensa de un sistema republicano centralista, afirma en su muy conocido Discurso de Angostura, el 15 de febrero de 1819: “El primer Congreso en su Constitución Federal más consultó el espíritu de las Provincias, que la idea sólida de formar una República indivisible y central. (…) Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de facultades superior a la que antes gozaba, no he deseado autorizar un Déspota para que tiranice la República. (…)…he sido arrastrado a rogaros para que adoptéis el Centralismo y la reunión de todos los Estados de Venezuela en una República sola e indivisible.” Simón Bolívar, Libertador, Discurso de Angostura. GOBIERNO BOLIVARIANO. MINISTERIO DE EDUCACIÓN E INFORMACIÓN. Caracas, 2005. Pág. 17 y Págs. 40 y 41. El general José Antonio Páez, en carta oficio que dirigiese al Libertador Simón Bolívar, en fecha 24 de mayo de 1826, en la oportunidad de sofocar una insurrección en la  plaza de Puerto Cabello, acaudillada por el capitán de navío Sebastián Boguier, y dónde solicita la presencia del máximo jefe, culmina aquella misiva en los siguientes términos: “Venga V.E a satisfacer los votos de estos pueblos, á perfeccionar la obra de sus sacrificios y á asegurar la estabilidad de la república.” En manifiesto dirigido a  los colombianos del norte, el 7 de febrero de 1829, el general Páez dice allí: “…solamente una necesidad forzosa, unida á la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de dictador, jefe supremo la república (…) En este momento, el jefe supremo de la república no es más que un simple ciudadano y tal quiere quedar hasta la muerte…” Páez, José Antonio, Autobiografía. Volumen I. IMPRENTA HELLEY y BREEN. New York, 1869. Reproducida por HR.ELLIOT. New York, 1946. Págs., 305 y  526. El general Antonio Guzmán Blanco, exponiendo su idea de lo que para él significa una revolución, en discurso que dirige al Congreso de los Plenipotenciarios de los Estados, el 15 de junio de 1870, afirma: “Dividida Venezuela desde 1840 en dos partidos, el uno pugnando por la libertad, el otro armado con la autoridad; éste heredero de la colonia, aquel hijo de la república; el primero que marcha hacia el porvenir, el segundo que se aferra a lo pasado; entre el oligarca i el liberal ha existido siempre una distancia que no han podido acercar ni el tiempo, ni sus lecciones, ni el prestigio de la mayoría popular ni sus triunfos  materiales, ni sus conquistas morales, ni su  magnanimidad, en fin…” En discurso pronunciado el 5 de julio de 1874, dice Guzmán a un atento auditorio: “Cada camino que abrimos, cada empresa de navegación realizada, cada línea de telégrafo, cada código que formamos, toda esta máquina de la educación popular, tan complicada, difícil, laboriosa, i la milagrosa inmigración que estamos ya realizando: eso es habernos tocado á nosotros el hacer prácticos los votos, las patrióticas esperanzas de nuestros antepasados. Si: ambicionemos la plena luz de esa gloria, como viera faz á faz al sol sin que la deslumbrase: aspiremos a que la posteridad diga que los hombres del 5 de julio i los del 27 de abril de 1870, son los hombres de la grandeza de la patria.”  Ponencia presentada por el profesor Tomás Straka Moreno, que llevó por título “Características de un modelo civilizador. Idearios e ilusiones del guzmancismo”, en el marco de simposio titulado “Los tiempos envolventes del guzmancismo”. Pino Iturrieta, Elías y Boulton, María Teresa (Coordinadores), Los tiempos envolventes del guzmancismo. FUNDACIÖN BOULTON-UCAB. Caracas, 2009. Pág. 112 y 114. El 5 de julio de 1902, el general Cipriano Castro se declara en campaña para combatir a los alzados de la autodenominada Revolución Libertadora. Emite una proclama emocionada a los venezolanos. Exclama allí el general Castro: “La anarquía ha clavado sus garras en las entrañas de la Patria, pero yo estrangularé esa anarquía en los anillos de mis energías, y Bolívar recibirá una nueva sanción a las tantas que han inmortalizado su genio esclarecido; la Patria, redimida de nuevas y tremendas calamidades, seguirá con paso firme su carrera de grandezas, y los hombres escogidos por la providencia para estos empeños humanos habremos cumplido con nuestro deber.” El 9 de diciembre de 1902, el país es sujeto de un ataque naval ejecutado por tres de las potencias internacionales de entonces, con saldo de buques  mercantes asaltados y puertos bloqueados. Castro pronuncia entonces, en la proclama respectiva, su famosa sentencia “¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!”  Habla Castro allí del sacrificio supremo: “Por mi parte estoy dispuesto a sacrificarlo todo en el altar augusto de la Patria; todo, hasta lo que pudiera llamarse mis resentimientos por razón de nuestras diferencias intestinas. (…) Delante de mí no queda más que la visión luminosa de la Patria como la soñó Bolívar, como la quiero yo. (…) El sol de Carabobo vuelve a iluminar los horizontes de la Patria, y de sus resplandores surgirán temeridades como la de las Queseras del Medio, sacrificios como el de Ricaurte, asombros como el de Pantano de Vargas, heroísmo como el de Ribas y héroes como los que forman la Constelación de nuestra grande Epopeya.” Salazar Martínez, Francisco, Tiempo de Compadres. De Cipriano Castro a Juan Vicente Gómez. LIBRERÍA PIÑANGO. Caracas, 1972. Pág.17 y Págs. 30 y 31.
[18] “Con las clases explotadas, con el camisa-de mochila, con el pata-en-el suelo, con las peonadas de los hatos, con los siervos de los latifundios cafetaleros, con los obreros de las petroleras, con los dependientes de las pulperías, con los medianeros de los ingenios, con el pequeño comerciante arruinado por la competencia capitalista, con el pequeño propietario absorbido por la gran propiedad, con el maestro de escuela y demás intelectuales proletarizados que a precio miserable venden su ciencia o sus cuartillas, con los soldados reclutados en leva forzosa, con el empleado público subalterno, con toda clase, en síntesis, integrada por nuestros hombres de músculo o de pensamiento que por salarios de hambre entregan su fuerza de trabajo al Gobierno o a los patronos particulares, nacionales o extranjeros.” Betancourt, Rómulo, Antología Política. 1928-1935. FUNDACIÖN RÖMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág.278.
[19]Nuestra revolución debe ser social y no meramente política. Liquidar a Gómez y con él al gomecismo, vale decir, al régimen caudillista-latifundista, entraña la necesidad de destruir en sus fundamentos económicos y sociales un orden de cosas profundamente enraizado en una sociedad donde la cuestión de la injusticia esencial no se ha planteado jamás.” Rómulo Betancourt. Plan de Barranquilla. 21 de abril de 1931. Suarez Figueroa…Ibid…Pág.47
[20] Cuando un orador traspasa los límites de la comunicación y logra persuadir a su auditorio, pero al hacerlo lo alienta y transporta causándole un rapto de admiración, ese verbo alcanza lo sublime. En ese estadio la belleza alcanza la verdad y su verdad. Lo que “idealistamente” ocurre allí es la conducción de la persuasión hacia la percepción de infinitud. Lo que hace especialmente apta a la política, a la praxis Republicana, para suscitar la búsqueda de lo sublime, es su contacto con el peligro y por esta vía con el acecho del fracaso y de lo terrible, v.g con la muerte.” Castro Leiva…Ibid….Pág.57.
[21]Tendencias políticas, filosóficas y económicas nuevas penetraron a todos los sectores sociales. Esto conllevó a una reestructuración de las fuerzas sociales y a nuevos programas políticos que contemplasen la realidad nacional. (…) Para asegurar la estabilidad es requisito indispensable al sistema democrático fortaleza y energía. Para algunos, democracia es agobierno, régimen inerte e inerme, cruzado de brazos, esperando como hecho inexorable que arrase con ella el hombre providencial o la montonera ahora disfrazada de grupos totalitarios. En realidad, lo fundamental es la firmeza institucional. La solidez del proceso democrático está en la armonía institucional que garantiza a los ciudadanos libertad política y eficacia administrativa, fundamentos de la estabilidad, porque estas condiciones contribuyen a robustecer la estructura toda del gobierno popular. Ya el Libertador, en forma casi axiomática, formuló lo esencial de esta concepción: “el mayor vicio de un gobierno es la debilidad”…”. Alocución del ciudadano Presidente de la República de Venezuela, Sr. Rómulo Betancourt, con ocasión de los fastos del 5 de julio de 1962. Suarez Figueroa…Ibid…Págs. 355  y 356.

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