10 de diciembre de 2019

Relaciones internacionales y crimen organizado: ¿Quién decide y cuáles los protagonistas?


Estas líneas no guardan relación directa con nuestra historia política nacional, pero bien podrían estar condicionando sus discurrir actual. Fruto de una ponencia fallida, no queríamos perder el planteamiento que recogen, por considerarlo estratégicamente fundamental hoy día. Ruego a quienes tienen la gentileza en leernos, sepan disculpar estas reflexiones en apariencia “desubicadas” en este espacio, pero las circunstancias apremian, en este tiempo en que “la nada” amenaza con apropiarse del “todo”…

¿Cómo se relacionaban los Estados entre sí? ¿Cuáles eran sus figuras protagónicas? ¿Dónde estaban, al menos aparentemente, cada una de ellas? ¿Cómo eran las relaciones entre la criminalidad y el Estado-Gobierno, específicamente en las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX?

Más allá de que sabemos empíricamente que algunos Estados-Gobiernos del mundo, alguna vez en su historia, se valieron de bandas delincuenciales para la comisión de una variada gama de actos, que favoreciesen sus intereses políticos y/o pecuniarios en momentos determinados, hasta bastante entrado el Siglo XX las organizaciones criminales (si las había) estaban “allá” y los Estados-Gobiernos estaban “aquí”, esto es, existía un evidente “AQUÍ” y un indiscutible “ALLÁ”.
Estados-Gobiernos, patrias, leyes, política, líderes, fuerza pública y ciudadanos “observantes de la ley”, estaban claramente separados de criminales, contrabandistas, asesinos y delincuentes de baja ralea. En suma: estaban definidos los límites.

Y no había ninguna duda: las relaciones diplomáticas, políticas y comerciales entre naciones, las conducían sus gobiernos, mandatarios, políticos de oficio y, eventualmente, empresarios. Podía resultar hasta cierto punto natural que, de existir, las injerencias, viniesen de grupos de poder económico, religioso, militar, político y/o ideológico, pero no de bandas u organizaciones criminales. La realidad relacional, desde nuestra óptica investigativa, parece haber empezado a cambiar luego de la aparición formal de las organizaciones mafiosas propiamente dichas. Y, en tal sentido, presentamos el caso específico de las organizaciones criminales italianas en los Estados Unidos de América, surgidas a comienzos del siglo XX. Como consecuencia de ese nacimiento, se crearon y fortalecieron importantes organizaciones de la fuerza pública estadounidense, para defender la ley, la institucionalidad, además de proteger y servir a los ciudadanos. Paralelamente, se fue desarrollando un espécimen para quien cualquier negocio, especialmente aquellos fuera de la ley, resultaban perfecta y absolutamente posibles…

El mando y la riqueza, atributos “merecidos” de los tipos de su clase, especialmente de aquellos que fungiesen como jefes; el reconocimiento ciudadano, gesto y acción obligatoria por parte de toda la comunidad, so pena de un daño corporal o, en el peor de los casos, una muerte indigna; y, finalmente, la figura del hombre trabajador, arquetipo del tonto útil, que más que admiración y respeto, debía merecer completo desprecio…Este espécimen delictivo fue conocido (y se conoce hasta hoy) como “The Wiseguy”.  Y es con la aparición del “wiseguy” que se van fortaleciendo los grupos criminales sofisticados en los Estados Unidos, dando origen a afirmaciones como las que a continuación citamos (*):

“La mafia (…)  se ha entendido, desde hace más de un siglo, como una forma de poder criminal que reproduce o remeda elementos del poder estatal y trata de recibir compensaciones que pueden considerarse análogas a las que, normalmente, están reservadas al Estado…”

“…un poder que no tiene otro objeto que el reforzamiento de su propia capacidad de dominación (…) tratando de aprovechar, para ello, los espacios que el poder constituido (…) no sabe o no puede ocupar.”

“Las conexiones entre mafia y política, entre el modelo criminal mafioso y la realidad de algunos regímenes políticos, incluso de algunos tipos de actuación política en democracia, ha sido siempre un tema fascinante.”
(*) https://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=2657&t=articulos.

En efecto, organizaciones mafiosas sofisticadas que ocuparon espacios propios del Estado y que, finalmente, lograran penetrar a la política, como fórmula de lucha por y para el poder, se convirtieron en elemento esencial en la reproducción del tejido social urbano estadounidense y sus relaciones derivadas, y del mundo, en alguna medida, debemos afirmar y no sin cierta complicidad de los propios Estados-Gobiernos. Veamos un par de casos emblemáticos, acaecidos en los recientes años 80 del siglo pasado, dónde Estados y gobiernos, solicitaron la cooperación y participación de las organizaciones criminales, para alcanzar sus objetivos políticos en cada oportunidad.

Entre 1981 y 1989, Ronald Reagan fue Presidente de los Estados Unidos de América, empeñándose en “acabar de una vez y para siempre con el comunismo en América”. Coincidió su presidencia con la consolidación del triunfo sandinista en Nicaragua. Los sandinistas, entrenados en Cuba o en su territorio nica, bajo fuerte influencia castrocomunista, derrotaron a un importante aliado estratégico de los gobiernos estadounidenses en Centroamérica: el general Anastasio Somoza Debayle. La CIA, cumpliendo con el mandato de Reagan, planificó y ejecutó una operación (ideada en gran parte por el Teniente Coronel Oliver North, asesor especial del Presidente), para hacerle llegar armas y equipos a la “Contra” (como se llegara a conocer a la organización guerrillera creada y financiada en Nicaragua por los antiguos somocistas y, por supuesto, el gobierno de los Estados Unidos), con el objetivo de defenestrar del poder al FSLN.

Una de esas operaciones montadas por la CIA, implicó los servicios de un piloto civil, el capitán Barry Seal, para llevar, por vía aérea, armas, pertrechos y equipos a los “Contras” en Nicaragua y desde los Estados Unidos. Seal (quien previamente ya habría trabajado para la CIA, aliándose secretamente y en el ínterin al Cártel de Medellín), participó como agente activo con los mismos jefes de la “Contra” (y Jorge Luis Ochoa Vázquez por el cártel) en una maniobra mediante la cual las armas con destino a aquella organización paramilitar, se llevarían directo a Colombia desde los Estados Unidos y no a Nicaragua (los cárteles habrían tomado parte del armamento y negociado el restante con los grupos guerrilleros colombianos), mientras, simultáneamente, ingentes embarques de cocaína, se traerían a bordo de las aeronaves y en los vuelos de regreso. “La Merca” se habría almacenado en Nicaragua, para enviarla más tarde a Estados Unidos, oculta en barcos pesqueros. Seal fue finalmente descubierto, siendo utilizado por la CIA, la DEA y el FBI, para capturar a los operadores del Cártel  de Medellín, tanto en Centroamérica como en los Estados Unidos, “entregando”  finalmente la “conexión nicaragüense”. Cómo acto conclusivo de su riesgosa carrera, Seal fue asesinado en los Estados Unidos, por miembros de cártel de Medellín, el 19 de febrero de 1986.

El segundo caso corresponde a la colusión del gobierno cubano con el Cártel de Medellín. Pablo Escobar Gaviria hubiese negociado con el gobierno cubano el uso de su territorio, como base logística y de almacenaje para “la merca” en su ruta hacia los Estados Unidos. Existen dos versiones sobre la ocurrencia de la negociación y la posterior operación de narcotráfico; ambas colocan como estratega a Raúl Castro y una de las dos refiere el conocimiento de su hermano Fidel, pero sin su involucramiento directo. El coronel Antonio “Tony” La Guardia (MININT) y el general Arnaldo Ochoa (FARC) hubiesen sido los seleccionados por Raúl para manejar la operación, junto a otros dos oficiales, el capitán Jorge Martínez (FARC) y el mayor Amado Padrón (MININT). La estrategia habría sido escogida por Raúl y su equipo, en su lucha “contra el imperialismo” y para la obtención de “fondos frescos”, según la primera versión. En la segunda, como una complicada maniobra para salir de la disidencia conspiradora,  recogiendo “plata por la vereda”. Lo cierto es que el 13 de julio de 1989, un tribunal militar creado para esos efectos y tras haber sido “descubiertos”, dictó sentencia de muerte contra La Guardia, Ochoa y sus compañeros, siendo fusilados un mes después, en La Habana, pero, hasta hoy, en un lugar totalmente desconocido en esa ciudad. Pasaron de ser “Héroes de la Revolución” a “Traidores de la Revolución”. El juicio, totalmente televisado en Cuba, se conoció como “La Causa Nº 1”.

En suma y a partir de las experiencias anteriores, es posible construir dos conclusiones contundentes:

           El gobierno de los Estados Unidos actuando de consuno con los gobiernos aliados en Centroamérica y en contubernio con organizaciones criminales traficantes internacionales de armas y, por mampuesto, con el narcotráfico colombiano, intenta hacer realidad el objetivo político de derrocar en Nicaragua al FSLN.
           El Estado cubano coludido con una organización criminal, de nuevo el Cártel de Medellín, pretende resolver sus problemas económicos y utilizar sus réditos como armas en el desarrollo de una solución para sus conflictos políticos, tanto internos como externos.

Ahora bien, a la luz de estos dos singulares y gráficos ejemplos, cabe preguntarse, treinta años más tarde: ¿Cómo se presentan en la actualidad las relaciones entre Estados, Partidos y el Crimen Organizado? Precisamente, desde el ángulo de visión que ofrecen ambas ocurrencias, es posible construir un modelo de comprensión teórico.-político y en los siguientes términos: sobre un espacio de borrosidades de fondo, como nosotros observamos la realidad hoy día, tres estructuras se superponen e intersectan en una suerte de relación, hoy igualmente borrosa. Estados-Gobiernos, Partidos Políticos y Crimen Organizado, se encuentran en espacios comunes que definimos teóricamente como “Borrosidades”, “espacios grises” relacionales movidos por intereses compartidos, que, a su vez, pudiesen llegar a intersectarse en un espacio común, dónde eventualmente coincidiesen intereses convenientes a los tres, esto es, el espacio gris de los "intereses políticos y pecuniarios comunes".

Pero acerca de la específica y concreta “realidad criminal organizada”, veamos que nos muestra la evidencia empírica. Más de 150 organizaciones criminales a gran escala, haciendo vida en más de 20 países; más de 2 millones de miembros, cifra que crece diariamente de forma exponencial; una variadísima cartera de negocios que representa más de 100 mil millones de dólares americanos al año, con intereses en todos los continentes, demuestra que el Crimen Organizado (así con mayúsculas iniciales), se ha convertido en un emporio potente, capaz de condicionar la marcha del mundo, si ese fuese o llegase a ser su interés estratégico prioritario. Tomemos ahora contacto directo con su penetración política. Comencemos por la vieja Europa…

En Eslovaquia, por ejemplo, el gobierno colapsó al comprobarse la participación directa de la ‘Ndrangheta en el homicidio de un joven periodista (Jan Kuciak), quien estuviese investigando los vínculos del partido ganador de las elecciones nacionales, con esta última organización criminal italiana. Robert Fico, primer ministro electo y luego en funciones, hubiese renunciado al cargo por tal motivo.

En la Italia actual, las grandes organizaciones criminales controlan una porción sustantiva de la política y, como consecuencia, de las contiendas electorales. Reportajes en importantes medios del mundo, denuncias hechas públicas por fiscales antimafia, jueces y periodistas, certifican esta penetración sistemática. La ‘Ndrangheta calabresa, la Camorra napolitana, la Cosa Nostra siciliana y la Sacra Corona d’la unitá, con sede en el norte italiano, no solo participan e interfieren en las elecciones regionales sino también en las nacionales (caso Silvio Berlusconi y el partido Forza Italia, por ejemplo).

Y, de nuevo, respecto de la ‘Ndrangheta, se le reputa como la organización criminal más expandida del mundo. En la austral Argentina, por ejemplo, el partido del Primer Mandatario Nacional saliente, Mauricio Macri, hubiese sido acusado de promover la intromisión de esta importante organización criminal Ítalo calabresa, tanto en los procesos electorales como en la conducción de la gestión pública.Sobre la expansión de esa poderosa organización criminal, un capo mafioso calabrés recientemente fallecido, habría dicho:

“El mundo se divide en dos partes: lo que es Calabria y lo que  pronto se convertirá en Calabria”.
"Il mondo è diviso in due parti: che cos'è la Calabria e che presto diventerà la Calabria"

En nuestro ámbito hispanoamericano, mucho se puede decir del desarrollo del crimen organizado. México, por ejemplo, en manos de las organizaciones criminales de asesinos y traficantes de humanos (Zetas y Templarios, por citar un simple par) que también parecen controlar el Huachicoleo (hurto, venta y tráfico de combustible, con complicidad interna desde Pemex). Los poderosos cárteles mejicanos de la droga, como el Cártel del Golfo y el Cártel de Sinaloa, este último en manos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y sus hijos, siendo el más joven de ellos, Ovidio Ramón, protagonista reciente de un espectáculo doloroso y bochornoso, acaecido en la ciudad de Culiacán y en la que miembros del cártel mantuviesen en vilo a la ciudad capital sinaloense, tras la captura de “El Chapito”, siendo finalmente liberado de inmediato por el propio Presidente de la República “para evitar males mayores a la población”. El Cártel de Sinaloa tiene hoy intereses en más de 60 países y se le vincula con las acciones desestabilizadoras que conduce en Bolivia el recientemente renunciado mandatario de izquierda Evo Morales, a los fines de la recuperación del poder y a cambio de “condiciones especiales de libre operación” del cártel, específicamente en la región selvática del Chapare.

El Salvador y Guatemala, en manos del lumpen pandillero centroamericano, que habiendo dado sus primeros pasos en el sur de California, en los Estados Unidos y luego de la guerra civil en el primero de los países referidos, se hubiese trocado en “pandilla” para defenderse de los delincuentes urbanos estadounidenses, tan pobres y preteridos como ellos (especialmente chinos, coreanos, negros americanos y mejicanos), dando a luz a esos engendros que hoy controlan la casi totalidad de ambos países en Centroamérica: la Mara Salvatrucha y Barrio 18…

Y en nuestra tierra, también es mucho lo que podemos decir. En Venezuela, por ejemplo, el discurso político del conflicto político de las dos facciones enfrentadas, se nutre de una identidad mafiosa propia. Mientras la facción que representa al gobierno, acusa a su contraparte de hacer uso de “narcoparacos financiados por la oligarquía colombiana”, su contraparte acusa al gobierno de promover, sostener y amparar a “la guerrilla colombiana disidente”; a facciones terroristas de origen árabe;  a grupos internacionales de narcotraficantes y colectivos del hampa común que han, además, “penetrado totalmente a la fuerza pública y a las instituciones del Estado”.

Así las cosas, la “retroalimentación perturbadora” entre conflicto político y su discurso , toma un cariz distinto, merced de la intervención directa de las organizaciones delincuenciales en actividades de secuestro y asesinato, sabotaje, saqueo y destrucción de la propiedad, tanto pública como privada, alimentando además el discurso y haciendo cada vez más intensos los “retornos perturbadores”, promoviendo de manera permanente una marcha indetenible hacia los niveles más altos de la fase de escalamiento, correspondiente a la etapa de curso más proceloso en el desarrollo de los conflictos.

Siguiendo esta senda, los gobiernos de Venezuela y Colombia se acusan mutuamente. Se señalan como promotores en la participación y realización de actos subversivos de uno contra otro, ofreciendo públicamente pruebas irrefragables de la participación de grupos armados de criminales organizados. Se han visto involucrados también a agentes armados venezolanos, en la promoción de actividades de sabotaje y agitación en las República de Ecuador y más recientemente, se ha dicho en cierta prensa internacional, en la 
República de Chile.

Pero aún más recientemente, el Presidente Lenin Moreno de la República de Ecuador, ha acusado al Primer Mandatario venezolano Nicolás Maduro y a los expresidente de Cuba, Raúl Castro y del propio Ecuador, Rafael Correa, de intentar derrocarlo, promoviendo, desde fuera, actos de sabotaje, mediante el empleo de grupos armados entrenados para tal fin o miembros de organizaciones reputadas de criminales.

Hoy la prensa internacional ha llegado a afirmar que la ‘Ndrangheta calabresa, la organización criminal más grande del mundo, como dijésemos en líneas previas, tiene, por añadidura, una “visión para su expansión estratégica” a corto, mediano y largo plazo.

Si extendemos esta “visión estratégica” a otras organizaciones criminales como las Tríadas chinas de Hong Kong, utilizadas tanto por el Partido Comunista Chino como por la CIA, promoviendo disturbios en favor y en contra de una u otra facción, durante la realización de las violentas protestas que tuviesen lugar en aquella ciudad china recientemente…La Yacuza, activa promotora en la trata internacional de blancas para la prostitución de políticos tanto dentro como fuera de Japón y puente del narcotráfico desde y hacia el oriente lejano…O las mafias de traficantes de seres humanos desde los países africanos hacia Italia, a través del Mediterráneo y hacia la isla de Lampedusa en Sicilia, en colusión con la Cosa Nostra y la Camorra, para promover triunfos o derrotas electorales en el sur italiano y al propio tiempo, favorecer el conveniente aporte de un nutrido y permanente contingente de mano de obra esclava, explotada por la estructura itálica criminal en sociedad con parte sustantiva del empresariado italiano, con pingües réditos y sin costo…O el Cártel de Sinaloa o la Mara Salvatrucha o los Templarios o los Zeta o el ELN o la disidencia de las FARC  condicionando vidas, muertes, contrabando de combustible y alimentos, migraciones fronterizas, narcotráfico y participación política, es válido preguntarse: ¿Cuál será la agenda de las relaciones internacionales entre los países en el futuro inmediato? ¿Será aquella que impongan los gobiernos, sus políticas o intereses estratégicos o las agendas de las vastas organizaciones criminales internacionales, coludidas, como ya hemos visto, con grupos empresariales, facciones y/o partidos políticos, sean gobiernos o no?

¿Quiénes serán los mandatarios en el futuro próximo; políticos de oficio, los jefes de los cárteles o, acaso, un “capo di tutti capi”?

CONCLUSIONES.

Por todo lo anteriormente expuesto, nos permitimos concluir:

·        La política real parece no haber sido nunca un juego libre de la participación de bandas criminales.
·       La política y los gobiernos, al menos en el pasado siglo XX, se valieron de las organizaciones criminales        para lograr objetivos de poder.
·    Hoy: la política real ha sido penetrada por las organizaciones criminales o negocia sus intereses de poder con las organizaciones criminales.
·     Hoy: los criminales son políticos y hay muchos más políticos criminales.
    Hoy: pareciésemos ir hacia una sociedad dónde la ley, la norma y los condicionantes de la convivencia social, lucen serán fruto de lo que acuerden políticos de oficio y criminales o impongan a ultranza las organizaciones criminales según sus agendas de intereses y, acaso, como consecuencia, las relaciones internacionales que de ellas se deriven.
·   Hoy, en virtud de la contundencia de la realidad circundante, esa misma realidad plétora de “borrosidades”, dónde los límites se han difuminado ¿Será el crimen malo y diabólico…? ... ¿O tal vez no?...

Y así las cosas, de regreso al clamor que un día citáramos, al verlo y sentirlo protagonista en una protesta estudiantil latinoamericana, con ocasión de la revelación de un nuevo mega escándalo, sea válido recordarlo, “Fuera delincuentes disfrazados de gobernantes”, obligatorio terminar estas líneas con otra contundente interrogante, ahora más borrosa en su propia y actual borrosidad:

¿HOY DÓNDE TERMINAN LOS GOBERNANTESY DÓNDE COMIENZAN LOS DELINCUENTES…?


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