20 de marzo de 2017

El gobierno provisorio de 1958... Introducción.

En la historia política contemporánea de Venezuela, si nos detenemos en el tracto temporal que discurre en los últimos ochenta y dos años, hay hitos que la gente recuerda (posiblemente una honrosa minoría) con particular claridad. La muerte del General Juan Vicente Gómez y la llamada “Transición” que devino luego, al frente de la cual “tócale en gracia” al General Eleazar López Contreras estar. La renuncia del General Isaías Medina Angarita y la “Revolución” (bautizo adeco mediante) sobrevenida el 18 de octubre de 1945. La caída del primer Presidente electo por vía universal, directa y secreta, el 24 de noviembre de 1948: el maestro, novelista y hombre de integridad indiscutible Don Rómulo Gallegos. Y, finalmente, por llegar solo hasta 1958, el abandono del puesto por parte del  General Marcos Pérez Jiménez, evento que hizo sobrevenir otra suerte de “fantasía revolucionaria” hecha realidad a fuer de tanto decirlo, más ciertos acontecimientos posteriores que permitieron ratificarla.

La evidencia empírica parece demostrar que la inmensa mayoría del país, sobre todo los más jóvenes, incluso los que tuviesen corta edad para 1958 (a menos que se haya sido “sufriente directo”), poco recuerdan el gobierno que discurrió entre el 23 de enero de ese año y el 13 de febrero de 1959, día de la toma de posesión del segundo Presidente Constitucional de la República de Venezuela, electo en comicios libres, directos y secretos para el año referido: Rómulo Betancourt Bello. Algunas personas tal vez piensen que se trató de un tiempo breve, en el que se vivió una suerte de "luna de miel" entre partidos, no hubo grandes acontecimientos que mencionar y los Presidentes Provisionales de ese período (Contralmirante Wolfgang Larrazábal y Doctor Edgar Sanabria), solo hubieron de enfrentarse a los avatares “normales” de una gestión “de facto” mientras se alcanzaba la tan ansiada “constitucionalidad”.

Los artículos que en lo sucesivo publicaremos, descorren el velo sobre esas apreciaciones. El asunto de la “Unidad Nacional” en pos de la preservación de la “construcción democrática” en ciernes. Las intentonas y las culpas. La otra cara económica del “Nuevo Ideal Nacional” y el rostro cotidiano del peculado. Las apetencias, las dudas y las expectativas. Las esperanzas y las “fantasías”. En fin, una historia que acaso, en algunos de los aspectos mencionados, viniese a colación respecto de los tiempos que hoy se viven. Ya tendremos la oportunidad de “mirarnos” en su discurso político, además con el imponderable valor de haberse producido en ese tiempo, hecho constatable gracias a la recopilación de editoriales, exordios, intervenciones y artículos de prensa que hiciese el Doctor Numa Quevedo, miembro de la llamada Junta Patriótica y a quien tocase, durante ese gobierno, la importante responsabilidad de ocupar el Ministerio de Relaciones Interiores.

Para quienes se acerquen a este blog y tengan la gentileza en detenerse para leernos, delicadeza que sabemos algunos de los paseantes por estos predios cibernéticos, han tenido con este humilde investigador de la historia política de Venezuela, acaso experimenten la misma sorpresa que, hace ya más de cincuenta años (1965), un servidor experimentase al tomar contacto con los documentos recopilados por el Doctor Quevedo, abogado trujillano de amplia trayectoria jurídica y de particular respeto entre los juristas de su generación, a quien además de ocupar la cartera referida en 1958, como informáramos previamente, tocase ser Ministro del Trabajo y Presidente del Estado Trujillo, durante el gobierno del señor General Isaías Medina Angarita (1941-1945).


Si usted es venezolano y llegase hasta aquí, recuerde que no hay, no ha habido y nos atrevemos (posiblemente por aquello de los “abriles sobrevividos”),  a afirmar que no habrá tracto de nuestra historia política donde no hayan existido “conflictos de cualquier naturaleza”, “tiempos difíciles” y “sorpresas desagradables”. Los únicos que no viviesen esos altibajos, quizás hayan sido aquellos a quienes hubiese tocado en turno, hacer parte de los “prebendados” o estar próximos a “las vecindades del poder”, al menos mientras este hubiese sobrevivido (el poder) sin tropiezos o irremediablemente caído, discreta o estrepitosamente. Solo ellos pueden sucumbir a la tentación de decir, amparados en esa meliflua expresión común, que “todo tiempo pasado fue mejor”. En los países débiles institucionalmente, siempre hay alguien que “goza ganando” mientras otros “sufren perdiendo” y desafortunadamente en el nuestro, los segundos  siguen siendo la gran mayoría. Las ocurrencias en nuestra historia parecen demostrarlo, al tiempo que la noria política sigue, pausadamente, lo que parece ser su inexorable marcha cíclica. Así que si usted es un postor a la cosa pública o a la vida política como quehacer (o tal vez conoce alguno):… ¡Carpe diem!...porque aquí nunca se sabe…
 


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