El Comandante Pedro Carujo,
natural de la ciudad de Barcelona, siempre se le ha visto como traidor. Al
hacer parte de los intentos de asesinato perpetrados contra el Libertador Simón
Bolívar, las conspiraciones y asonadas, ora fraguadas por Santander, ora por
Obando, termina también siendo parte de las acciones que culminan con la muerte
del Mariscal Antonio José de Sucre, en las montañas selváticas de Berruecos.
Luego, comanda a los “revolucionarios
reformistas” que secuestran al Doctor José María Vargas, Presidente en
funciones, durante los prolegómenos de la Revolución
de las Reformas, el 8 de julio de 1835. Carujo, reiteramos, es visto con
odio por los más apasionados y con reticencia por los más objetivos.
En 1960, la Escuela de Historia,
de la Facultad de Humanidades y Educación, en la Universidad Central de
Venezuela, publicó una separata con los documentos del proceso seguido a Pedro
Carujo por los actos de sedición contra el gobierno constitucional, bajo el
título de “Juicio y sentencia de Pedro
Carujo por la conspiración contra Vargas”. En trance de muerte, casi en
artículo mortis, Carujo hace afirmaciones que, a nuestro juicio, resultan
fundamentales para la posible “definición”
de una “impronta” respecto de nuestro
comportamiento político nacional, devenido con posterioridad. En un próximo “Bayonetazo” reviviremos ese testimonio…
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