13 de octubre de 2016

Bayonetazo #6: …Y tres décadas después…


Pal Rosti, aristócrata húngaro, además de fotógrafo y naturalista, pero también “revolucionario republicano”[1], ha recalado en esta “tierra de gracia” en plan de exploración. Rosti expresa, sin tapujos, su opinión en materia de política interna. No toma rutas alternas y es firme en denostar a quienes dirigen la República. Siendo un “caballero republicano”, critica con dureza a los “detentadores del poder” de entonces; dice de ellos:

“Los hombres del gobierno – que llevan en su corazón más que la honra y el bienestar de la nación, su propio interés – anhelan el poder y las riquezas y emplean todos los medios e influencias que tienen en la manos en provecho propio y el de su partido. De aquí el permanente descontento y la continua guerra civil; aunque luego forman un nuevo gobierno, en la mayoría de los casos solo cambian las personas y no los principios.” [2]
Rosti los identifica plenamente: “los hombres del gobierno”. Y como buen republicano, les arrostra su falta de “honra” y la ausencia de interés por el bienestar de la nación, mismo que ha sido sustituido por el propio. Como individuos sin “honra” no anhelan otra cosa que “el poder y las riquezas” empleando “todos los medios e influencias que tienen en la manos en provecho propio y el de su partido.” De esta situación se deriva “el permanente descontento y la continua guerra civil” y aunque se termina sustituyendo el gobierno en cada episodio, finalmente lo que ocurre es un cambio de “personas y no de principios”. El afán por la riqueza y el poder, la corrupción, el cohecho y la apropiación indebida del tesoro público, parecen ser las mismas prácticas condenables que Porter observase en 1825 y 1827, haciéndolo ahora Rosti en 1857; los “hombres del gobierno” condenados por sus prácticas “reprobables”, luego de 30 años de vida republicana.  Entonces ¿Serán cosas de la “burguesía apátrida” o de casta le viene al perro?...



[1] Pal Rosti luchó en la Revolución Húngara de 1848, movimiento que devino, posteriormente, en suerte de gesta emancipadora de Hungría del Imperio Austrohúngaro. 
[2]  Pino Iturrieta, Elías y Calzadilla, Pedro; La mirada del otro. Viajeros extranjeros en la Venezuela del siglo XIX. ARTESANO EDITORES. Caracas, 2012.Pág. 134. Las negrillas son nuestras.

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