13 de octubre de 2016

Bayonetazo #7… Casi un siglo más tarde…

El 30 de octubre de 1945, a ochenta y ocho años de distancia de la emisión de los juicios de Pal Rosti, cuando denostase a los gobernantes de turno, Rómulo Betancourt, como cabeza de un nuevo “movimiento revolucionario” le arrostra a sus predecesores, en teoría “defenestrados” por “Pueblo y Ejército unidos”, la siguiente acusación:

“El régimen, imbuido de orgullo demoníaco y resuelto a mantener a todo trance la situación que le permitía a sus más destacados personeros enriquecerse ilícitamente y traficar con el patrimonio colectivo, desoyó ese llamado de la opinión democrática…”[1]

Apenas tres años más tarde, sujeto el gobierno revolucionario de las mismas acusaciones de concusión, cohecho, tráfico de influencias y corrupción galopante, el 12 de febrero de 1948, en su último mensaje al Congreso, con ocasión del final del gobierno trienal, el entonces Presidente saliente afirma:

“…faltaríamos a la verdad si dijéramos que en todos los cuadros de la Administración Pública ha habido la misma asepsia y la misma pulcritud para manejar los dineros nacionales. Más de un funcionario subalterno ha desfalcado al Erario, cometiendo acto delictuoso debidamente comprobado; y ha pesado sobre otros la sospecha de que percibían estipendio cohechador de comerciantes nacionales o extranjeros, habituados a competir en el mercado donde se trafica con las influencias…”[2]

El Presidente lo reconoce: “…faltaríamos a la verdad si dijéramos que en todos los cuadros de la Administración Pública ha habido la misma asepsia y la misma pulcritud para manejar los dineros nacionales”.  Admite la existencia de la concusión en el manejo de los fondos públicos durante la gestión de la administración pública que correspondió al gobierno revolucionario, pero culpabiliza expresamente a “más de un funcionario subalterno” a quienes acusa de “haber desfalcado el Erario” mediante la comisión de “acto delictuoso debidamente comprobado”, con la complicidad de "comerciantes nacionales o extranjeros, habituados a competir en el mercado donde se trafica con las influencias". De manera que quedan excluidos los militares, en particular los de alta graduación, los funcionarios públicos de jerarquía superior y los jefes políticos del partido, y, por primera vez, se responsabiliza a comerciantes nacionales y extranjeros como aquellos promotores del "estipendio cohechador". Quien sabe que razones lo impulsan para librar de la práctica a los más altos personeros, depositando su ocurrencia en “más de un funcionario subalterno” pero cuando el perro muerde a su amo, así será de malo. Que arroje la primera piedra quien esté libre de pecado…Sin mácula, solo la virgen María…a menos que estuviese “enchufada” en algún gobierno venezolano…



[1] Consalvi, Simón Alberto; La Revolución de Octubre 1945-1948. La primera república liberal democrática. Serie Antológica de Historia Contemporánea de Venezuela. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2010. Pág.134 y 135.
[2] Suárez Figueroa, Naudy; Rómulo Betancourt. Selección de escritos políticos. 1929-1991. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág. 234

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