24 de octubre de 2016

Devenir político y estructuración de las clases sociales en Venezuela: relato reflexivo acerca de un "metabolismo inexorable".

En este espacio mundial de consulta múltiple y variada, es posible hallar un trabajo de un servidor titulado “La célula pentagonal de poder”. Aparecido en el año 2013 y en la Revista Memoria Política, publicación periódica del Instituto de Estudios Políticos, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, en la Universidad de Carabobo, ubicada en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo, en mi amada Venezuela, hoy República Bolivariana (a sus inicios Confederación de Venezuela, luego República de Venezuela, con posterioridad Estados Unidos de Venezuela, devenida la Guerra Federal y, finalmente y antes de hoy, República de Venezuela otra vez) trata de explicar, desde una intersección de la Historia Política y la Teoría Política, como se ha producido, en el camino, la deformación institucional en esta mi patria querida. A partir de aquellas prescripciones teóricas, trataremos de explicar en este artículo, como esta misma deformación institucional, provoca la configuración de una estructura social que un servidor, siendo particularmente temerario (lo reconoce) se ha atrevido bautizar como “metabolismo inexorable”.

Hemos demostrado desde la evidencia empírica (al menos desde nuestra óptica de la Célula Pentagonal de Poder) que cada inflexión abrupta en nuestros sistemas políticos, ha sido protagonizada por un líder carismático, llegando a identificar siete en dos centurias de existencia política independiente. Como ya lo hemos intentado plantear en varios artículos previos, los siete líderes han sido Simón Bolívar, José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Rómulo Betancourt y Hugo Chávez. A empellones hemos transitado 200 años de “experimentos propios de ellos” por muy redundante que luzca la expresión, que han sido “digeridos y estructurados” por sus seguidores contemporáneos y “re-escritos, re-interpretados, deformados y vomitados” por sus seguidores de ocasión en cada tiempo histórico posterior.

Como planteamos en el trabajo referido (que petulantemente invitamos a leer a los interesados) cada líder carismático genera en su entorno una célula de poder (siendo el líder el núcleo),mediante la presencia de cinco personajes periféricos (de ahí la “pentagonalidad” de la célula) a saber el romántico, el ideólogo, el político de oficio, el soldado y el negociante. Reiterando, una vez más, el rol de cada quien, es el romántico quien sigue ciegamente al líder y encarna (valga de nuevo otra redundancia) “la carne de cañón”; llora de emoción con las palabras del líder y está dispuesto al último suplicio por seguirlo. A su lado marcha el ideólogo, espécimen de filósofo de oportunidad, conveniencia, vocación e incluso en no pocas ocasiones, de profesión, que construye de las palabras del líder una suerte de pensamiento esclarecedor; luego ideas que transforma en “citas citables”; más tarde doctrina y finalmente conjunto orgánico de todo aquello que devenido en ideología formal, proporciona finalmente  "formal base" a la “Revolución”, así como a confrontaciones variopintas, guerra mayor o combates de medio pelo, sean de palabras o de plomo, que suscite la implantación del “ideario preclaro del salvador de la Patria”. Sin prejuzgar de fondo acerca de la “claridad y brillantez intelectual del líder” es un hecho que el ideólogo lo convertirá en “ser sublime” cuyas características serán improbables de encontrar en sus compatriotas (como humanos) y casi  hará su destino, como guía señera, sujeto de definitivo designio divino. Ideólogos y Románticos es posible hallarlos en extrañas mixturas personales, pero de no coexistir ambas “personalidades” en un mismo sujeto, coexistirán felices en una suerte de relación entre maestro y alumno, aprendiz y mago, de ayudante y señor. El mayorazgo del ideólogo frente al romántico, se lo da precisamente la “capacidad cuasi esotérica” para comprender los ejercicios retóricos o verbales del líder, más allá de su apariencia o contenido elemental. El ideólogo es, además, el oráculo del líder.

Soldados, Políticos de Oficio y Negociantes, terminan siendo el verdadero Poder tras el líder. Los primeros tienen la tarea de protegerlo y proteger su “divina creación”, recibiendo de paso la cuota de poder que implica ser los poseedores de las armas, reclamando para si el despliegue del “escudo de acero” que supone el obligatorio blindaje del “líder y su impronta”. El soldado recibe además, la custodia y posesión de los tres metales básicos que implican su presencia: acero, plomo y oro. El Político de Oficio es el cerrajero: abre “las puertas más complejas”; “engrasa” las manos más rústicas; y otorga prebendas a los que las requieran o hace prebendarios a quienes así necesiten tanto él, como el líder. Asusta con su presencia, por aquello del discurso de “lengua de hacha” y “persuade” con su discurso intimidatorio, lleno de “traiciones” y “culpables”. Y, finalmente, el Negociante, “mueve los hilos del dinero”, generando la distribución de la “grasa monetaria” para el político de oficio  y el “oro conveniente” para el soldado. Y es de estas “estructuras pentagonales” que, según nuestra percepción empírica, deviene toda la estructuración de clases sociales en Venezuela, reproduciendo un metabolismo vital que parece generarse (e instalarse), cada vez que hay una mudanza de Sistema Político. Veamos cómo se re-produce.

La célula pentagonal que genera el líder, tiende a replicarse por cada lado que la compone, haciendo de cada uno de sus personajes, núcleos en sus propias células. Y ese replique, tal y como ocurre con los procesos celulares de división, va generando nuevas células que se estructuran tal cual ocurrió con la célula generatriz del líder carismático. Así las cosas, van creciendo verdaderas “retículas celulares de poder”  que el político de oficio y el negociante, van densificando con su reparto de riqueza material, surgida de las actividades comerciales y financieras que ellos van digitando, siempre bajo la mirada vigilante del soldado quien participa, en las más altas jerarquías, de las grandes reparticiones y de las pitanzas, aquel que ocupa los más bajos niveles. Y así las “retículas celulares de poder”  terminan deviniendo en estructuras más complejas que podríamos definir como “retículas oligárquicas de poder”. De estas retículas oligárquicas comienzan a pender (y depender) grupos funcionariales de nivel alto y medio  (tanto en el sector público como en el sector privado) y que, al replicar el mismo metabolismo, van generando sus propios negocios y relaciones reproductivas en lo comercial y financiero. De modo que se constituye una Oligarquía y de ella una Clase Media tributaria. Abajo, comienza a aparecer una masa informe de aventureros que trata, por todos los medios a su alcance, de “guindarse” de aquella estructura, tal y como si fuese una cadena de montaje, convirtiendo el público erario en botín de todos “los privilegiados” o “taquilla de pago” para quien logre allegarse a la fiesta. Finalmente, una mayoría sustantiva hace el papel de“preterido”, conveniente además a toda la estructura, porque es esa condición la que permite la construcción permanente de un “discurso reivindicador” que mantiene firme la retórica de la venganza y la retaliación, hasta que el sistema se hace ineficiente en la reproducción de las condiciones para el mantenimiento de las retículas, o bien por escasez de recursos o bien por la pérdida del líder carismático o por un efecto combinado de ambas situaciones.

La reproducción casi constante en nuestra historia política venezolana, según la evidencia empírica permite colegir, del comportamiento descrito en el párrafo anterior, facilita inferir que a cada sistema político, del cual termina derivando un sistema económico y social, surgido de una inflexión al frente de la cual se coloca un líder carismático, termina siendo sujeto de este metabolismo social de naturaleza vital, es decir, del líder como núcleo surge una célula generatriz; de aquella, una retícula generatriz que deviene en Oligarquía y, de esta última, una Clase Media tributaria, integrada por funcionarios y profesionales liberales, al servicio tanto del sector público como privado, dando origen a un bloque integral de clases propietarias, cuya existencia  es inmanente a la formación de las retículas. Simultáneamente, se produce (y re-produce) una inmensa masa de preteridos (adónde podrían terminar los que ocuparan otros roles en el sistema defenestrado si este fuese el caso) de la cual, por incomodidad, frustración e intereses insatisfechos, termina surgiendo un nuevo líder carismático, repitiéndose (una y otra vez) el comportamiento metabólico antes descrito. Una suerte de maldición nos persigue, acaso porque de tanto reproducir este comportamiento metabólico, hemos internalizado su deleznable mecánica, siendo imposible su destierro de nuestras vidas  y convirtiendo por eso a Venezuela, a decir del Doctor Luis Castro Leiva, en “…República inestable y peligrosa…” donde no nos queda otra obligación que aprender a vivir esta desventura “…entre la esperanza y la desesperación, la indignación y el cinismo…”

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