23 de octubre de 2016

Historia Política de Venezuela y el Bolero de Ravel: ¿Variaciones sobre un mismo tema?....Segunda Parte

LA DEMOCRACIA llegó con aires de conciliación. Así lo registra el Profesor Juan Carlos Rey para la historia política venezolana, al bautizar ese período de "acuerdo político nacional" con la nominación con la que, de ahí en adelante, muchos conocieran y dieran a conocer ese acuerdo: "Pacto de conciliación de élites". Y, ciertamente, se trató de una conciliación elistesca: empresarios, banqueros, partidos tradicionales, militares adversos a Pérez Jiménez, Iglesia Católica e instituciones de la Clase Media emergente en tiempos de López Contreras y Medina, y para ese momento ya consolidadas, además con voz propia, incluso el Partido Comunista (a pesar de haber sido excluido de esta fiesta de "pactismo nacional"), suscribieron un gran pacto, explícito en unos casos (Pacto de Nueva York y Pacto de Punto Fijo) e implícito para  la gran mayoría, a los fines de hacer posible la vía democrática como tránsito futuro. Y el espíritu de "esta vez sí" y su correlato temporal "ahora sí", se adueñó de la nación, aunque ese "pueblo" por el que todos "luchan y se desgañitan" y que siempre encarna "el preterido" (porque al hacer parte de esas "élites" o sentirse parte de ellas, te excluye automáticamente de la condición de "pueblo") poco o nada participara de esas negociaciones, estuviese al tanto de sus extremos o finalmente le interesara apenas más allá de las pitanzas que pudiese recibir en el proceso.

Rómulo Betancourt representó al líder carismático que desde 1928, luego en 1936 y finalmente entre los años 1945 y 1948, se colocara al frente de la Civilidad Democrática Radical, tras la búsqueda de la senda democrática, primero marxista y luego socialista al estilo de la Alianza Popular Revolucionaria Peruana de Víctor Raúl Haya de la Torre. De hecho, en 1945, Betancourt intenta la instauración de un experimento aprista que las "equivalentes variaciones sobre un mismo tema" terminan llevándolo a un final no deseado. Ahora un Rómulo Betancourt más maduro, más experimentado, mucho más zamarro y consciente del papel del Gran Vecino del Norte y su "inefablemente inoportuna" presencia en las "experiencias revolucionarias" continentales, que trajeron personajes como Tacho Somoza y luego su engendro Tachito, y la caída del Coronel Jacobo Arbenz en la Guatemala de Asturias (además en el contexto de una Guerra Fría), lo hacen derivar hacia la "social democracia" como interpretación política de la realidad y hacia el capitalismo anglo-norteamericano como sistema económico, ambos más como requerimientos de supervivencia que de la propia convicción del entonces Primer Mandatario Nacional.

En medio de intentos de asesinato, golpes militares y finalmente una guerrilla comunista organizada, construida y conducida por aquellos quienes se sienten engañados por el rumbo que toma el nuevo experimento Betancourista, además con apoyo externo de la turbamulta cubana, que se ha propuesto hacer realidad el "internacionalismo proletario", embullados además por la "realidad notablemente más justa" que construye la Revolución Cubana en la próxima isla antillana,  Betancourt se bate como en sus mejores años de resistencia allá en los años 40, y desata una represión feroz contra sus enemigos, a los que somete como en la dictadura recién derrocada, con prisión, desapariciones, tortura y muerte. ¿Y la democracia? ¿Y la libre expresión de las ideas? ¿Y la libre participación política?...¡Al carajo de nuevo! (con perdón del tarascón poco o nada académico): la conservación del poder justifica todo.

Termina diciendo Betancourt en una declaración pública cuando es increpado sobre "los sufrimientos del pueblo" que le ha causado el Gobierno Democrático, amparado en una recién aprobada y "nueva" Constitución Nacional, misma que echa las bases de la igualmente "nueva República": "El Pueblo sin más, como concepto sin apellido, es una entelequia. El Pueblo es el Pueblo organizado en partidos políticos legales, organizaciones sindicales y gremiales e instituciones de variada índole. El Pueblo, como concepto aislado, ya no existe más..." Betancourt ha "rebautizado" el concepto de Pueblo y lo coloca del lado de su partido, expresión mayoritaria de la sociedad y que él viene organizando, bajo su mano férrea, al mejor estilo estalinista, desde 1941 y que en 1960 y 1963 amenaza con diluirse, tras enfrentar dos divisiones. Acción Democrática, el Partido del Pueblo, se mantendrá siendo la organización política más fuerte, grande y mejor organizada del país, hasta el comienzo de su agonía en 1986. Hoy es apenas una modesta finca en manos de un viejo aspirante a gamonal: Henry Ramos Allup.

La DEMOCRACIA no tarda en caer en las mismas "variaciones temáticas" de siempre: la corrupción, el tráfico de influencias, el clientelismo, la violencia política y su concusión, cohecho y artificios de sinvergüenzas, protagónicos o de bajo perfil, que las han acompañado al través de dos siglos y con las cuales nuestro propio "bolero histórico" o, acaso, un fenotipo oculto en los escombros de algún recodo pretérito, nos obliga a sepultarnos, más allá de las buenos deseos del inicio. En 1992 un grupo de militares acaudillados por un "por ahora" anónimo Comandante, intentan hacerse del Poder Político por la vía de la fuerza, en el peor momento de LA DEMOCRACIA. A pesar de haber hecho "todo lo bueno por allá" el Comandante conmina a "sus fuerzas" a la rendición, según sus propias palabras "...ya vendrán nuevos momentos y nuevas situaciones...". Y en 1998 llegan al fin "esos nuevos momentos y esas nuevas situaciones". En unas elecciones al estilo de LA DEMOCRACIA, con apego a su Derecho y preceptos constitucionales, resulta electo el antiguo "Comandante Golpista" como  Presidente Constitucional de la República de Venezuela, no sin antes haberle puesto todos los obstáculos posibles, los partidos tradicionales, los medios, las clases tributarias de LA DEMOCRACIA, parte de sus retículas oligárquicas construidas durante 8 lustros, merced de ese negociado corruptor.

En 1999, luego de aprobada en Asamblea Constituyente (una promesa electoral del Comandante) una "nueva" Constitución que rebautiza a Venezuela como REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, en una reminiscencia (sexta vez en Venezuela) bolivariana, en la que se empeña el Comandante en "resucitar" a todo trance y según su real saber y entender los "verdaderos ideales bolivarianos", se inicia este periodo en cuyo filo (como una navaja) vivimos hoy. Con logros, aciertos y muchos desaciertos, un ingente ingreso petrolero de coyuntura que le da dinero a manos llenas, el Comandante transita de bolivariano, a revolucionario antillano y de allí a socialista con discurso marxista, pero repleto de cubanía en la creación de Nomenklaturas, prebendados y prebendarios a granel, "rial" mediante. Muere el Comandante en el intento y deja el "negocio" en manos del más incapaz (sin saberlo) de sus segundos y la patria de Bolívar; la misma de Páez; la propia de Guzmán; la que avilantó Castro; la que pacifica Gómez; la que enrumba Betancourt por la senda  de LA DEMOCRACIA y en un nuevo arresto revolucionario, lleva al sumun de la locura esta nueva REVOLUCIÓN BOLIVARIANA, se encuentra sumida de nuevo en la pobreza colectiva, siendo esta nueva edición revolucionaria acusada de corrupción, cohecho, tráfico de influencias, abuso, peculado, tanto de uso como de recursos financieros, arbitrariedad e imposición ilegal, inconsulta e ilegítima de "derechos políticos" contrahechos. En suma, las mismas acusaciones, acciones y ocurrencias que causaron la debacle de "las rutilantes creaciones anteriores" que en ejercicio retórico altisonante, prometieron villas y castillos al común.

En los acordes finales del "Bolero de Ravel", terminamos nosotros esta reflexión propia, escuchando a lo lejos lo que parece el inicio de una protesta a las puertas de la Asamblea Nacional, con ocasión de un evento que "los revolucionarios" llaman "intento de golpe" y su contraparte,"la defensa de los derechos políticos conculcados". El 24 de enero de 1848, en medio de uno de los gobiernos más corruptos y abusivos de la nación, para variar (el del General José Tadeo Monagas), Congreso y Ejecutivo se enfrentaron en una situación equivalente, más concretamente, en la demostración definitiva de quien "roncaba más duro". En aquella ocasión, el "Ejecutivo Monaguero" orquestó una agresión con saldo de diputados muertos y gente en la calle fallecida o mal herida. Se irguió Monagas sobre su triunfo, afirmando con convicción: "...la Constitución da para todo...". Y como lo sugiere el "Bolero de Ravel", las "variaciones sobre un mismo tema" dan para la construcción de una pieza plétora de matices, colores y cadencias. Lástima que la nuestra sea tan triste y haya "sonado", al menos hasta hoy, tan mal...



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